lunes, 8 de febrero de 2016

si vas a ser optimista no conduzcas

Una investigación analiza por qué los conductores asumen conductas de riesgo.



Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca desarrollan un proyecto financiado por la Dirección General de Tráfico (DGT) cuyo objetivo es analizar los rasgos de personalidad relacionados con la percepción del riesgo y el control que creen tener los conductores. Estos factores pueden explicar algunos comportamientos de riesgo al volante.
Los científicos quieren identificar aquellos pensamientos y emociones que muestran los conductores con expectativas optimistas y pesimistas, y ver cómo varía el comportamiento del conductor ante situaciones fáciles o difíciles de controlar en la conducción. Los datos obtenidos pueden aportar una mayor efectividad en los cursos de reeducación vial que realizan los conductores que han perdido puntos del carné de conducir.
“En anteriores estudios realizados con conductores que han perdido puntos, hemos identificado que un significativo porcentaje de los mismos muestran un marcado perfil optimista”, explica a DiCYT Carlos Hugo Criado del Valle, profesor de la Facultad de Psicología e investigador principal de este estudio. “Confían mucho en sus habilidades, creen tener una mayor destreza y dominio del vehículo cuando conducen. Y en menor medida, dan cabida a situaciones inesperadas, debidas al azar y, por ello, fuera del control del conductor. Esto supone asumir más riesgos en la conducción, lo que les lleva a cometer más infracciones”, comenta.
Los resultados señalan que cuando a un optimista se enfrenta a una situación difícil y lo hace mal, no se cuestiona su capacidad de conducir, sino que atribuye el resultado a factores externos: ser la primera vez que conduce en un simulador, que no se trata de un coche real o que un ruido de fondo le ha impedido concentrarse. Estos conductores siempre creen que en una próxima vez lo harán mejor.
Por el contrario, un pesimista tiende a mostrarse inseguro y cuestiona su destreza, incluso aunque la situación a la que se enfrenta sea fácil. Además, considera que la conducción no solo depende de su actuación, sino de factores en los que influye el azar.
“Creemos que cuando los conductores muestran altos niveles de optimismo, tienden a conducir con una velocidad superior a los límites permitidos, amparándose en su destreza”, apuntan los investigadores. Además, “no renuncian a una última copa, pensando en que pueden evitar los controles de alcoholemia e incluso se pueden saltar un semáforo en rojo creyendo que pueden controlar las consecuencias negativas”.
Tras estas pruebas, los expertos piensan en posibles nuevas estrategias. Si un conductor con expectativas optimistas y alta percepción de control llegase a considerar que hay muchas variables del entorno que no están sujetas a su control personal, se fomentaría una conducción más prudente, en la que esta persona se cuestione que no solo están implicadas sus destrezas y habilidades. Por su parte, si los conductores con expectativas pesimistas son conscientes de lo que pueden controlar, al margen de los factores externos que ya consideran, también mejoraría la prevención de riesgos.
Por lo tanto, los investigadores creen que una evaluación previa de los conductores que se proponen recuperar puntos y una adecuación de los cursos a su perfil es clave para incrementar la efectividad de esta formación.

de psiquiatria.com

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