lunes, 30 de abril de 2018

la boda de mi mejor amigo

¿Es mejor casarse con un amante apasionado o con un mejor amigo? 

Una reciente revisión de la Escuela de Economía de Vancouver parece haber dado con la respuesta

Para el escritor Antonio Gala, "el amor perfecto es una amistad con momentos eróticos". Pero, ¿qué es más importante tener de pareja a un amante apasionado o a un mejor amigo? Un reciente estudio publicado en Journal of Hapiness Studies parece haber dado con la respuesta.

Para descubrirlo, los investigadores Shawn Grover y John F. Helliwell de la Escuela de Economía de Vancouver en Canadá, estudiaron los datos de dos grandes encuestas hechas en Reino Unido, la Encuesta de hogares británica (BHPS), con datos de 30.000 personas entre 1991 y 2009, y la Encuesta anual de población, con información de otras 328.000 personas entre 2011 y 2013. Los datos desvelaron que casi la mitad de los encuestados en pareja se habían casado con la persona a la que consideraban su mejor amigo

Además, estas personas decían tener mayor satisfacción en su vida frente a otras que no tenían como pareja a un amigo. Esta amistad, conluyen, propicia esa sensación de bienestar: "La amistad es un mecanismo que podría ayudar a explicar una relación causal entre el matrimonio y la satisfacción con la vida" y afirman que esta sensación de bienestar en las personas casadas se duplica cuando los cónyuges se consideran mejores amigos.

Una posible explicación para esa felicidad de la que, según la investigación de Grover y Helliwell, gozan las parejas casadas podría ser porque, apunta un estudio de la International Society of Psychoneuroendocrinology, tienen niveles más bajos de cortisol, la hormona que se libera ante situaciones de estrés.

Si bien parece que la amistad es un componente claro en la satisfacción conyugal, lo que también cabe preguntarse es si este efecto positivo tiene fecha de caducidad. Grover y Helliwell comprobaron que el efecto permanecía en el tiempo: "Es poco probable que los beneficios del matrimonio sean de corta duración", dicen y añaden que incluso después de años "las personas casadas están aún más satisfechas". De hecho, los participantes del estudio que seguían juntos después de años se sentían más satisfechos con la vida que las personas solteras o divorciadas.

de elpais.com

 

 



lunes, 23 de abril de 2018

Goldman Sachs se pregunta si curar a pacientes es un “negocio sostenible”



El estudio elaborado por el banco estadounidense pone de ejemplo el tratamiento contra la hepatitis C de Gilead Sciences

  No hace falta análisis, sólo lectura.
El banco estadounidense, Goldman Sachs, ha puesto sobre la mesa un dilema dirigido a todas las empresas dedicadas al sector de la biotecnología. Y es que según la entidad bancaria curar a los pacientes puede frenar en seco el negocio y los beneficios de estas. De hecho, los analistas de la compañía han lazado una pregunta directa. “¿La curación de los pacientes es un modelo comercial sostenible?”.

Según recoge la CNBC, los expertos sanitarios se han dirigido de esta manera en un informe publicado el pasado 10 de abril titulado “La revolución del genoma” donde se abordan los problemas del mercado y en el que señalan que los últimos movimientos del sector sirven de ejemplo a Goldman Sachs para advertir de los riesgos de curar a los pacientes.

En su informe, el analista Salveen Richter ha utilizado como ejemplo la trayectoria reciente de Gilead Sciences, la farmacéutica que consiguió un tratamiento efectivo para la hepatitis C. Las ventas de la multinacional en EEUU alcanzaron un máximo de 12.500 millones de dólares en 2015, pero desde que el tratamiento ha comenzado a hacer efecto y los pacientes han dejado de necesitarlo, las ventas de la compañía han descendido estrepitósamente.

“El éxito de del tratamiento de Gilead con la hepatitis C ha agotado gradualmente el grupo de pacientes tratables”. En este sentido, el analista ha calculado que las ventas de la compañía en EEUU de este tratamiento estarán por debajo de los 4.000 millones de dólares.

“En el caso de enfermedades infecciosas como la hepatitis C, curar a los pacientes también disminuye el número de portadores capaces de transmitir el virus a nuevos pacientes, por lo que el grupo de clientes también disminuye. Donde un grupo de pacientes permanece estable (por ejemplo, en cáncer) el potencial para curarlos plantea menos riesgos para la sostenibilidad de una franquicia”, han subrayado desde Goldman Sachs.

De hecho, el analista Ritcher no obvia que “ofrecer ‘remedios únicos’ es uno de los aspectos más atractivos” para los profesionales. “Sin embargo”, tal y como ha matizado el empleado de Goldman Sachs, “los ingresos de las compañías no coinciden plenamente con esa visión”. “Si bien esta propuesta tiene un enorme valor para los pacientes y la sociedad, podría representar un desafío para el negocio de las compañías que se dedican a la investigación del genoma”, ha concluido.

de redaccionmedica.com
imagen: getty


lunes, 16 de abril de 2018

de todo lo que Schopenhauer puede hacer por ti

Aprenda a vivir como un puercoespín
El hombre es un puercoespín para el hombre, lo que obliga a buscar la distancia justa para satisfacer la necesidad del arropamiento del grupo sin que nos alcancen las púas de los demás.
La metáfora del erizo, con la que ilustra las tensiones que marcan la relación entre el individuo y su entorno, es quizá una de las figuras más conocidas del pensamiento de Arthur Schopenhauer (1788-1860) y un destilado de su propia experiencia vital. Schopenhauer recurrió a esa imagen en sus Parerga y paralipómena (1851), un conjunto de tratados de filosofía al alcance de casi todos entre los que destacan los Aforismos sobre la sabiduría de la vida.
A mediados del XIX estas máximas se convirtieron en un texto de cabecera de la burguesía letrada y proporcionaron a su autor, en la recta final de su vida, una popularidad que hasta entonces le negaban sus contemporáneos, cuya falta de reconocimiento a su obra mayor, El mundo como voluntad y representación (1819), los hizo acreedores de todos sus desprecios. Esos aforismos tienen una versión primera que, dispersa entre los muchos escritos del autor, tardó en tomar forma de libro, en el que sustancia en cincuenta reglas el arte de ser feliz. Ese será el título con el que se presenten un conjunto de máximas de otros pensadores y las reflexiones personales en un formato que toma como modelo el Oráculo manual y arte de la prudencia de Baltasar Gracián, que Schopenhauer tradujo al alemán aunque nunca llegaría a verlo editado.
Es un fragmento de su «filosofía para el mundo», construida a partir de tres dimensiones: lo que uno es, lo que uno tiene y lo que uno representa. «Todos los consejos presuponen a la sociedad como conjunto de enemistades latentes, de malevolencia mutua», resume Rüdiger Safranski, autor de Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, la mejor biografía de quien tuvo el arrojo de desafiar el idealismo hegeliano, en su momento de mayor dominio social y académico, con un pensamiento corpóreo, anclado en lo individual. En contra del retrato más común, Safranski inviste al autor de El arte de ser feliz de «un pesimismo a medias, que penetra en todas las actitudes, pero del que no se sacan las consecuencias radicales de la negación».
La trayectoria de Schopenhauer está marcada por su empeño en medirse con Hegel, en el que siempre salió derrotado y que lo llenó de amargura contra sus embrutecidos contemporáneos. Mantuvo frente a ellos una sólida confianza en sí mismo y una actitud desafiante. «El que ama la verdad y conoce la alegría que proporciona no necesita que le den ánimos», escribió. Schopenhauer es de los primeros en socavar la razón hegeliana, que es, en el fondo, la razón de la modernidad que arranca en la Revolución Francesa. Estamos, en definición de Safranski, ante "el filósofo del dolor de la secularización, del desamparo metafísico, de la pérdida de toda confianza primigenia".
Esa contraposición del pensar de Hegel y Schopenhauer tiene un correlato en la forma de escribir. Frente a la densa oscuridad hegeliana, resultado de la pretensión de cubrir la filosofía con el manto de la cientificidad, Schopenhauer puede considerarse el mejor estilista del siglo XIX, de nuevo Safranski, y «el lenguaje tiene para él la mágica misión de establecer orden donde no lo hay». Ahí reside una de las explicaciones de la popularización de sus tratados. Ante una nueva edición de El arte de ser feliz cabe preguntarse si con la sobreexplotación del género necesitamos un libro de autoayuda decimonónico. Lo primero que cabe responder es que no se trata de eso. Schopenhauer no ofrece consuelo al lector y ni lo pone al amparo de certidumbres, lo coloca a la deriva de una reflexión cuyo resultado depende, en última instancia, de sí mismo.
Las ilustraciones de Elena Ferrándiz, centradas en el cuerpo, la naturaleza, la palabra, dominadas por la claridad y la melancolía, captan el tono del libro e imprimen a esta nueva edición la cualidad de esos breviarios antiguos pensados para aprovechar tiempos que, de otra manera, serían muertos.

Andrés Montes de lne.es