lunes, 27 de junio de 2016

juventud, longevidad y felicidad

Por ser más feliz no vivirá más años

Un nuevo estudio tira por tierra las investigaciones que vinculaban alegría y longevidad


"Hay que ser feliz. Es más, tenemos la obligación de ser felices para vivir más. Es bueno para la salud". Nos lo dicen hasta las letras de las sopas de sobre. Pero… ¿es realmente cierto? Si usted es de los que se pone triste en Navidad, no se preocupe, no vivirá menos. Un reciente estudio, publicado en The Lancet este mes de diciembre, echa por tierra la idea que siendo feliz se vive más tiempo. Exactamente, la investigación concluye que “la relación que vincula la alegría o felicidad con la longevidad puede ser infundada”.
Desde la revista científica explican que la muestra se elaboró a partir del estudio Million Woman Study Britain, que recopila información sobre la causa de fallecimiento de más de un millón de mujeres reclutadas entre los años 1996 y 2001. “La información utilizada”, añaden, “ha sido toda la relacionada con los sentimientos de los sujetos acerca de su salud, felicidad, estrés y sentimientos de control”, lo que llevó al metanálisis de casi 720.000 mujeres con una edad media de 59 años. ”Las féminas no padecían ni infarto ni embolia ni obstrucción pulmonar ni ningún tipo de cáncer cuando contestaron a las preguntas sobre su situación personal”, señalan los autores. Las conclusiones se sacan tras analizar la respuesta de 32.000 de ellas, fallecidas diez años después del registro de sus datos.
Los resultados afirman que el 39% de las entrevistadas aseguró ser feliz la mayoría del tiempo, un 44%, lo fue con frecuencia y “tan solo un 17% aseguró ser infeliz”, argumentan.
“De las casi 32.000 mujeres que murieron durante el estudio ninguna dijo ser más infeliz que el resto. Es más, aquellas que fallecieron infelices fueron casi las mismas que aquellas que aseguraron ser felices”, dicen los autores. “La enfermedad puede hacerte infeliz, pero la infelicidad no hace que caigas enfermo. No hemos encontrado un causa directa que relacione el malestar con la muerte”, agregan. Además, añaden que la muestra “es tan amplia que se puede concluir que la infelicidad no lleva al fallecimiento”.
Esta última investigación tira por tierra estudios anteriores que aseguraban que la felicidad y el bienestar hacían que viviéramos más tiempo y mejor.
“Ser felices y saber que lo somos es fundamental para vivir más años”, sugería una revisión de más de 160 estudios científicos realizada en la Universidad de Illinois. Otro ensayo, hecho en la Universidad de Londres y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, concluyó, tras evaluar a 11.000 personas, que “las personas felices no solo disfrutan más de la vida, sino que tenían un 35% menos de posibilidades de morir en los próximos cinco años”. La ciencia ahora lo pone en duda.

"Se necesitará hacer más investigación al respecto", aseguran los autores en The Lancet, "pero parece que la felicidad no prolongará su vida, del mismo modo que la tristeza no le llevará antes a la muerte". Un alivio, que ya no podía uno ni llorar un rato en paz.

de elpais.com

lunes, 20 de junio de 2016

la felicidad en cuatro gestos

Cuatro gestos para ser feliz, según los últimos hallazgos en neurociencia

¿Escéptico del 'coaching'? Estas claves apelan a su cerebro. Un abrazo largo libera endorfinas


Con la moda del coaching y de la psicología positiva han entrado en circulación recetas prácticas que prometen hacernos sentir mejor y convertirnos en personas más felices. Aunque son procedimientos sencillos y no por ello menos eficaces, algunos escépticos desconfían de estas teorías relacionadas con el comportamiento y piden “más ciencia”. Pues bien: resulta que para ellos también existen algunos rituales con los que amplificar ese sentimiento subjetivo de bienestar que llamamos felicidad, ya que sus argumentos están amparados por la neurociencia.


En el libro The Upward Spiral, el neurocientífico e investigador Alex Korb aborda la depresión desde la neurología aplicada a la vida cotidiana, una perspectiva muy diferente de la que estamos acostumbrados. Su teoría parte de todos esos entresijos e intercambios químicos que tienen lugar entre neuronas y neurotransmisores y que a los demás nos suenan demasiado científicos como para asimilarlos tan fácilmente. Pero el propósito de este profesor de la Universidad de California (UCLA), en EE UU, es el de hacernos entender cómo, con pequeños cambios, podemos influir en nuestro estado de ánimo. El autor habla de crear una “espiral ascendente” con la que ir generando cambios positivos que nos alejen de esa actitud negativa que nosotros producimos y que nos conduce hacia la tristeza y el malestar. Para conseguirlo, Korb relaciona cuatro rituales:
Don’t worry… Be happy, la famosa canción de Bobby McFerrin. no se corresponde a la realidad, según Korb. Preocuparse no es malo ni nos aleja de la felicidad. El neurocientífico explica cómo las emociones negativas activan zonas similares en el cerebro. Sentimientos tan dispares como el orgullo, la vergüenza o la culpa tienen consecuencias similares a nivel neurológico y, consecuentemente, anímico. No sucede así, en cambio, con la preocupación, cuyas consecuencias son menos perniciosas en la medida en que el cerebro entiende que estamos en el proceso de dar solución a nuestros problemas. Según el investigador, “preocuparse alivia el sistema límbico al aumentar la actividad de la corteza prefrontal y disminuir la de la amígdala; sentir esta ansiedad significa que estás haciendo algo al respecto, que es mejor que no hacer nada”. Desde la psicología social también se habla en este caso de resolver favorablemente una disonancia cognitiva. Según esta teoría, elaborada por el psicólogo Leon Festinger, aceptamos de buen grado una solución que a priori parece negativa para nosotros con tal de ser congruentes con nuestras propias decisiones: “El malestar de la preocupación lo convierto en una suerte de responsabilidad y autocontrol que me hace sentir bien”.

1. Hacer una lista de cosas por las que nos sentimos agradecidos

Sentirse mal es una tendencia, pero darle la vuelta a la tortilla es tan sencillo como preguntarse: “¿Por qué cosas me siento agradecido?”. Al hacerlo, Korb asegura que se consigue aumentar la densidad de las neuronas y la inteligencia emocional, lo cual ayuda a mejorar las relaciones personales. Pero además, y muy importante, incrementa la presencia y actividad de la serotonina y de la dopamina –sustancias involucradas tanto en la motivación como en la sensación de placer y felicidad– en los centros de recompensa del cerebro. Pero el investigador de la UCLA no ha sido el único en buscar maneras de aumentar los niveles de estas prescindiendo de medicamentos. Actualmente existen teorías que relacionan su presencia en el cerebro con nuestra alimentación. Sin ir más lejos, se ha demostrado que la cerveza es una liberadora natural de dopamina. Lo descubrieron en un estudio neurofarmacológico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana. Su director, el profesor de Neurología David A. Kareken, comprobó que un solo trago de esta bebida aumenta la producción de este neurotransmisor.

2. Identificar la emoción

Darle nombre e incluso etiquetar lo que sentimos ayuda mucho más que reprimirse o disimular fingiendo que nada sucede. En este último caso quizá consigamos engañar a alguien, aunque no lograremos aplacar nuestro hiperexcitado sistema límbico (el encargado de regular las emociones). Verbalizar las inquietudes mediante categorías o metáforas produce unos cambios mucho más significativos en nuestro cerebro: “Reconocerlas conscientemente reduce su impacto”, explica Kevin N. Ochsner, neurocientífico de la Universidad de Columbia. Por otra parte, Moria J. Smoski, del Centro Médico de la Universidad de Duke, realizó una investigación junto a un grupo de colaboradores en el que sometieron a resonancias magnéticas a varios individuos para estudiar su actividad cerebral; los resultados arrojaron que los desórdenes del ánimo se reflejaban en alteraciones de la actividad del sistema límbico. Al igual que Ochsner, encontraron que la aceptación de las emociones ayuda a regular su efecto negativo. Esta es una de las razones por las que esta práctica se utiliza con éxito en el tratamiento de la depresión con psicoterapia.

3. Tomar decisiones

Tomar decisiones y establecer objetivos activa un mismo circuito cerebral dentro de la corteza prefrontal, y lo hace de forma positiva, reduciendo la ansiedad y el estrés
Cuando decidimos algo, cerramos un episodio angustioso de incertidumbres y miedo al posible fracaso vinculado a la opción que vayamos a tomar: apostamos por una carta y estamos dispuestos a asumir las consecuencias. Eso en el plano mental. En el cerebral, tomar decisiones y establecer objetivos activa, según el neurocientífico, un mismo circuito cerebral dentro de la corteza prefrontal, y lo hace de forma positiva, reduciendo la ansiedad y el estrés. Pero hagamos un inciso: decidir no es siempre triunfar. Como bien ha indicado el eminente profesor de Psicología Positiva de Harvard Tal Ben-Shahar, “la perfección es la enemiga de la felicidad”. Bastará con tomar decisiones lo suficientemente buenas. Para ello, nada como entrenarse en meditación: en el año 2014, la revistaPsychological Science ya publicó los beneficios de esta práctica a partir de las investigaciones de Andrew C. Hafenbrack.
Este doctor, experto en Psicología de las Organizaciones, realizó una investigación en la Universidad de Singapur por medio de la cual descubrió que 15 minutos de meditación o mindfulness diario contribuye a tomar mejores resoluciones, en la medida en que se considera la información disponible en el momento presente. “Elmindfulness da tiempo al cuerpo estriado y a la corteza prefrontal para tomar la mejor decisión neuroeconómica o la más inteligente para la salud y el bienestar a largo plazo”, apostilla.

4. Abrazar sin pudor



En la edad adulta perdemos la costumbre infantil de abrazar a otra persona, y con ello prescindimos también de uno de los ejercicios más simples de la vida con los que secretaremos hormonas implicadas en combatir el dolor, como la oxitocina. El contacto físico con otras personas es más importante de lo que podamos pensar. Un abrazo largo y sentido nos dará sensación de bienestar y nos hará sentir queridos y a salvo, en parte por la liberación de endorfinas y dopamina. Pero además, ayuda a mejorar el sistema inmunológico. Esto se ha comprobado empíricamente. Sheldon Cohen, profesor de Psicología y director del laboratorio del estudio de Estrés, Inmunidad y Enfermedad de la universidad americana Carnegie Mellon (Pensilvania, EE UU), analizó el efecto de estas muestras de afecto en 404 personas. Los resultados de su investigación, publicada en Psychological Science hace unos meses, sugieren, según sus propias palabras, que “sentir un abrazo de alguien en quien confiamos es una manera efectiva de reducir el estrés, y que aquellos que reciben más abrazos están de algún modo más protegidos frente a las infecciones”.
de elpais.com

lunes, 13 de junio de 2016

el método Harvard de la felicidad

Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard

Existe una asignatura sobre la dicha en el prestigioso centro educativo. "La alegría también se aprende, como el golf o el esquí"

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.
Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.
Aceptar la vida tal y como es te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas.

Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.
Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? "Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.
Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:
1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas. "Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista".

3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunningy experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación ymindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxito, sí le aportará un grato momento de paz.


6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o 'lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos', un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como 'oportunidad', que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. "En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de laEscuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.

de elpais.com

lunes, 6 de junio de 2016

Quien cita frases (de cine) unido, permanece unido.

Varios estudios psicológicos demuestran que las personas que comparten diálogos de películas crean vínculos especiales con sus interlocutores.

¿Te despides de tus amigos deseándoles que la fuerza les acompañe? ¿Pones a Dios por testigo de que jamás volverás a pasar hambre tras abandonar una dieta? ¿Haces ofertas a tus clientes que no podrán rechazar? Si cumples estos tres requisitos, enhorabuena, eres un gran cinéfilo. Y si además compartes citas de películas con tus amigos has de saber que tus lazos con ellos son más fuertes. Al menos, así lo recogen varios estudios psicológicos.
“Citar diálogos de películas es una manera rápida e inteligente de crear un vínculo sin exponer tu intimidad. Además, es un test de personalidad que te permite averiguar quién forma parte de tu grupo”, apunta la psicóloga Averil Leimon en un artículo de The Telegraph. El doctor Michael Friedman añade que citar frases de películas es un “signo de buena comunicación” y que cuando se disfruta de un filme acompañado, se produce el efecto de “sincronización de la actividad cerebral”. Ambas teorías contradicen el pensamiento clásico que tildaba este ejercicio como un producto de la dificultad comunicativa y una excusa para no expresar los verdaderos sentimientos (si bien parece que apuntan a un mayor arraigo entre los hombres, cuyas habilidades sociales están en ciertos casos más circunscritas que las femeninas).

Aunque esta tendencia de tirar de cinefilia para hablar con los amigos no es nueva, es cierto que se ha visto acentuada por la aparición de las redes sociales (¿quién no recibe memes a diario con diálogos de películas?). Aún así, tampoco es plan de llegar al punto de The Wolfpack, el aclamado documental que narra la historia de siete hermanos que estuvieron aislados 14 años centrando todo sus interés en la colección de películas de su padre y utilizando sus diálogos como principal enlace con el mundo real. Pero la ciencia asegura que esta especie de segundo lenguaje puede convertirse en un recurso útil para descubrir y conectar con personas afines.

de elpais.com