Conectar con
uno mismo es fuente de beneficios. Darwin rechazaba todas las invitaciones a
fiestas. Y del aislamiento nació el primer ordenador Apple
Las personas
somos seres sociales, pero tras pasarnos el día rodeados de gente, de reunión
en reunión, atentos a las redes sociales y al móvil, hiperactivos e
hiperconectados, la soledad ofrece un espacio de reposo sanador. Una de las
conclusiones más sorprendentes es que la soledad resulta básica para la creatividad,
la innovación y el buen liderazgo. Un estudio realizado en 1994 por Mihaly
Csikszentmihalyi (el gran psicólogo de la
felicidad) comprobó que los adolescentes que no soportan la soledad son
incapaces de desarrollar el talento creativo.
Susan
Cain, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a
World That Can’t Stop Talking, cuya conferencia en Ted Talks es una
de las favoritas de Bill Gates, defiende a ultranza la riqueza creativa que
surge de la soledad y reivindica, por el bien de todos, la práctica de la
introversión. “Siempre me habían dicho que debía mostrarme más abierta, aunque
yo sentía que ser introvertida no era algo malo. Así que durante años fui a
bares abarrotados, muchos introvertidos lo hacen, lo que representa una pérdida
de creatividad y de liderazgo que nuestra sociedad no se puede permitir.
Tenemos la creencia de que toda creatividad y productividad proviene de un
lugar extrañamente sociable. Sin embargo, la soledad es el ingrediente crucial
de la creatividad. Darwin daba largas caminatas por el bosque y rechazaba enfáticamente
invitaciones a fiestas. Steve Wozniak inventó la primera computadora Apple
encerrado en su cubículo de Hewlett Packard, donde trabajaba entonces. La
soledad importa. Para algunas personas, incluso, es el aire que respiran”.
Cain
recuerda que cuando estamos rodeados de gente nos limitamos a seguir las
creencias de los demás para no romper con la dinámica de grupo. La soledad, en
cambio, significa abrirse al pensamiento propio y original. Denuncia que las
sociedades occidentales han privilegiado más a la persona activa que a la
contemplativa. Y nos ruega: “Detengan la locura del trabajo constante en
equipo. Vayan al desierto para tener sus propias revelaciones”.
de elpais.com
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