Investigadores predicen estados de
conocimiento del crimen en el cerebro humano
Los jueces y los
jurados siempre reflexionan sobre si las personas actúan “a sabiendas” o
“imprudentemente” durante la actividad criminal y la neurociencia ha tenido
poco que añadir al debate. Pero ahora, un equipo de investigadores ha
descubierto que la imagen cerebral puede determinar si alguien está actuando en
un estado de conocimiento sobre un crimen –que conlleva penas más severas– o un
estado de imprudencia, que incluso en los crímenes capitales como el homicidio,
exige penas menos severas.
El trabajo de estos
científicos, entre ellos el neurocientífico computacional Read Montague, del
Instituto de Investigación Virginia Tech Carilion, en Estados Unidos, y que se
revela en un artículo programado para su publicación esta semana en la edición
digital temprana de ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, no
tendrá incidencia en los procedimientos judiciales, pero es una incursión en el
emergente campo de la “neuroley”, que conecta la neurociencia con las normas y
los estándares legales.
En un estudio de
imágenes cerebrales de 40 personas, los investigadores identificaron respuestas
cerebrales que indicaban si la gente sabía que estaba cometiendo delitos o si
en su lugar actuaban temerariamente con el riesgo de que estuvieran cometiendo
un crimen. Los científicos proporcionaron la primera evidencia neurobiológica
de una diferencia detectable entre los estados mentales del conocimiento y la
imprudencia, una exploración que históricamente ha sido confinada a la sala del
tribunal.
“La gente puede
cometer exactamente el mismo crimen en todos sus elementos y circunstancias, y
dependiendo de sus estados mentales, la diferencia podría ser que uno iría a la
cárcel durante 14 años y el otro conseguiría la libertad condicional”, dice
Montague, profesor de investigación en Tech Carilion y director del Laboratorio
de Neuroimagen Humano del Instituto de Investigación.
La investigación fue
concebida bajo la dirección de la
Red de Investigación de la Fundación MacArthur
sobre Derecho y Neurociencia en la Universidad de Vanderbilt y llevada a cabo por
investigadores del Instituto de Investigación Virginia Tech Carilion y la Universidad de Yale,
todas ellas instituciones estadounidenses. Los científicos
examinaron el cerebro de 40 sujetos y les pidieron que decidieran si llevaban
una maleta al otro lado de la frontera, variando la probabilidad de que la
maleta contuviera drogas. Los investigadores determinaron con precisión si las
personas participantes sabían que las drogas estaban en la maleta, lo que les
haría culpables de importar drogas a sabiendas, o si desconocían el contenido,
lo que las haría inocentes.
Los científicos
demostraron que los estados mentales conscientes e imprudentes correspondían a
estados neurológicos detectables, y que esos estados mentales pueden predecirse
basándose únicamente en datos de imágenes cerebrales. Sin embargo, los autores
de este trabajo advirtieron que la evaluación del estado mental de un acusado
no debería reducirse a la clasificación de los datos cerebrales.
“En principio, estamos
mostrando que estos estados cerebrales pueden detectarse cuando la actividad se
está produciendo –dice Montague–. Por ello, podemos comenzar a hacernos
preguntas como, ¿qué circuitos neuronales están comprometidos por esto?, ¿qué
aspecto tiene la distribución a través de 4.000 personas en lugar de 40
personas?, ¿son estas condiciones fruto del desarrollo, estados mentales, uso
de sustancias farmacológicas o lesiones que afectan a estas redes de manera que
pudiéramos aportar información para el castigo?”.
“Los científicos y los
abogados hablan diferentes idiomas –apunta Montague–. Se produce una traducción
cuando se unen estos grupos que dan un nuevo significado a la
interdisciplinaridad. Los abogados piensan que la gente es consciente y
deliberativa, y la ley ve a la gente de esa manera: eres un agente
independiente y tomas decisiones por ti mismo. La imagen ignora el hecho
científico de que el 99 por ciento de las decisiones tomadas en su sistema nervioso
nunca llegan a la conciencia. Estamos siendo impulsados por cosas a las que ni
siquiera tenemos un acceso consciente; esa diferencia fue algo con lo que
tuvimos que trabajar para diseñar el experimento”.
de psiquiatria.com
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