Un estudio identifica qué sucede cuando
las personas descubren cómo resolver un problema
A todo el mundo le
gustan esos momentos de “¡ajá!” donde de repente e inesperadamente resuelves un
problema difícil o entiendes algo que te había tenido perplejo; pero hasta
ahora, los investigadores no contaban con una buena manera de estudiar cómo la
gente experimenta realmente lo que se llama “aprendizaje epifánico”.
En una nueva
investigación, científicos de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos,
utilizaron la tecnología de ‘rastreo-ojo’ y dilatación de la pupila para ver
qué sucede cuando las personas descubren cómo ganar un juego de estrategia en
un ordenador.
“Pudimos ver a
nuestros participantes en el estudio averiguar la solución a través de sus
movimientos oculares mientras consideraban sus opciones”, explica el coautor
del estudio Ian Krajbich, profesor asistente de Psicología y Economía en la Universidad de Ohio.
“Pudimos predecir que estaban a punto de tener una epifanía antes de que
supieran que estaban llegando a ella”, añade.
Krajbich lideró el
estudio con James Wei Chen, estudiante de doctorado en Economía en la Universidad del Estado
de Ohio, y sus resultados se publican esta semana en ‘Proceedings of the
National Academy of Sciences’. La mayoría de las investigaciones de toma de
decisiones se han centrado en el aprendizaje de refuerzo, donde las personas
gradualmente ajustan su comportamiento en respuesta a lo que aprenden, dice
Chen.
“Nuestro trabajo es
nuevo en que estamos viendo este otro tipo de aprendizaje que realmente ha sido
descuidado en investigaciones anteriores”, afirma Krajbich. Para su
investigación, 59 estudiantes jugaron a un juego en un ordenador contra un
oponente invisible.
En la pantalla había
11 números (de 0 a 10) dispuestos en un círculo (como un teléfono antiguo con
los números dispuestos en una rueda giratoria). Los estudiantes eligieron un
número y luego su oponente escogió un número. Los detalles de cómo ganar eran
algo complejos, pero esencialmente la estrategia de juego óptima se reduce a
elegir el número más bajo; por lo que elegir cero siempre era la mejor opción.
Los participantes
jugaron 30 veces seguidas, siempre contra un nuevo oponente. Los investigadores
crearon un incentivo para ganar mediante la concesión de pequeños pagos por
cada victoria. Un ‘rastreador de ojo’ bajo la pantalla del ordenador podría
decir qué números estaban mirando mientras consideraban sus opciones durante
partes del experimento.
Después de cada uno de
los ensayos, los participantes tuvieron la opción de comprometerse a jugar un
número para el resto de los ensayos y se les animó a hacerlo prometiéndoles un
pago extra. A los participantes se les recordó el número que eligieron, el
número que su oponente había escogido y si habían ganado o perdido.
El objetivo de los
investigadores era ver cuándo tenían los jugadores esa epifanía, ese “momento
ajá”, en el que se dieron cuenta de que cero era siempre la mejor opción y
luego se comprometieron a jugar ese número durante el resto del experimento.
Los resultados mostraron que aproximadamente el 42 por ciento de los jugadores
tuvo una epifanía en algún momento y optó por jugar al cero. Otro 37 por ciento
optó por otro número distinto de cero, lo que sugiere que no aprendió la
lección correcta; y el 20 por ciento restante nunca se comprometió con un
número.
Los investigadores
podían decir cuando un jugador tenía una revelación. “Hay un cambio repentino
en su comportamiento, está eligiendo otros números y de repente cambia a optar
sólo por el cero –relata Krajbich–. Ése es un sello distintivo del aprendizaje
de la epifanía”.
Estos participantes
dieron pistas de que iban a detectarlo en ese momento, aunque no se dieran
cuenta. El ‘eye-tracker’ demostró que miraban al cero y otros números bajos más
a menudo que otros en las pruebas momentos antes de su epifanía, incluso aunque
terminaran optando por otros números. “No vemos su descubrimiento en su
elección de números, sino que lo vemos en sus ojos –detalla Chen–. Su atención
se centra en el cero y comienza a probarlo más y más”.
Aquellos que tuvieron
las epifanías también pasaron menos tiempo mirando las opciones numéricas de
sus oponentes y más tiempo considerando el resultado de cada prueba, si ganaban
o perdían. Los investigadores dijeron que esto sugiere que estaban aprendiendo
que su elección de un número bajo era la clave de la victoria.
Una clave para el aprendizaje
de la revelación es que viene de repente, lo que era evidente cuando los
investigadores observaron los resultados del seguimiento de los ojos en la
pantalla de compromiso, es decir, la pantalla donde los participantes podían
optar por comprometerse a optar siempre por el cero (u otro número) para el
resto de los experimentos.
Los hallazgos sobre la
dilatación de la pupila proporcionaron evidencia adicional de que los que se
dieron cuenta de la epifanía estaban reaccionando de manera diferente que otros.
“Cuando tu pupila se dilata, vemos que es evidencia de que estás prestando
mucha atención y aprendiendo”, subraya Krajbich.
Los resultados
mostraron que aquellos que experimentaron el aprendizaje de la epifanía
experimentaron una dilatación significativa de la pupila mientras veían la
pantalla de retroalimentación (diciéndoles si ganaban o perdían) antes de tomar
la decisión. La dilatación desapareció después de que se comprometieron.
“Estaban mostrando
signos de aprendizaje antes de comprometerse con el cero –relata Krajbich–. No
vimos los mismos resultados para los demás”. Estos hallazgos sugieren que hay
que mirar dentro para experimentar verdaderamente la epifanía. “Lo que podemos
extraer de esta investigación es que es mejor pensar en un problema que
simplemente seguir a otros –sugiere Krajbich–. Aquellos que prestaron más
atención a sus oponentes tendieron a aprender la lección equivocada”.
de psiquiatria.com
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