Expertas aseguran que quejarse en el trabajo con un objetivo
concreto puede ser un éxito
La
profesora de Economía y Empresa de la Universitat Oberta
de Catalunya, Eva Rimbau, ha asegurado que, pese a que generalmente quejarse
está mal visto, cuando las quejas se producen en el ámbito laboral y tienen un
objetivo concreto pueden ser un “éxito”.
“Si
tu queja se debe a que intentas mejorar tu productividad o la de tu empresa, es
probable que, si sabes plantearla, sea bien recibida”, ha asegurado. Estas
declaraciones han sido corroboradas por la profesora Gina Aran quien, además,
ha subrayado la importancia de que el trabajador sea asertivo para que sus
quejas se tengan en cuenta.
Y
es que, a juicio de las expertas, una queja puede ser un indicador de que hay
algo que no funciona bien, por lo que podría ser útil pero también puede ser
conflictivo. “Hay que practicar la ‘queja sana’, hacer observaciones u
sugerencias que pueden ser bienvenidas”, ha explicado Aran, a lo que Rimbau ha
añadido que tiene que “centrarse en hechos perjudiciales para la productividad
y mostrar en todo momento una actitud profesional”.
Ahora
bien, a la hora de plantear la queja, las expertas han aconsejado buscar el
momento idóneo, lo ideal es concertar una hora de encuentro o de entrega; hacerla
por escrito porque reduce el componente emocional y la convierte en más
objetiva y comprensible; mantener el autocontrol si se hace en persona;
describir la situación y las consecuencias negativas que ocasiona; y proponer
alternativas de solución, sin exigir y procurando empatizar.
“Si
la sugerencia cae en saco roto, no hay que insistir más. Se puede correr el
riesgo de ser considerado conflictivo. Las quejas que son aceptables son
aquellas que reclaman algo derivado de un acuerdo roto o de un compromiso”, han
apostillado Rimbau.
PERFILES DE LOS
‘QUEJICAS’
Finalmente,
Aran ha informado de que hay varios tipos de ‘quejicas’ como, por ejemplo, los
que se convierten en ‘quejosos crónicos’ y comunican sus quejas de modo que
alteran el clima laboral y la capacidad de concentración del resto de
trabajadores, lo que afecta a la productividad.
“Lo
hacen de modo que cualquier cosa es susceptible de crítica y buscan aliados, se
quejan de forma reiterada y eso se convierte en un hábito”, ha enfatizado Aran.
O
el del típico ‘yo crítico’, aquel que lo critica todo, que se queja y que
siempre está disconforme. “Es un perfil completamente reconducible: hay que
implicarlo en un proyecto del que pueda ser responsable”, ha zanjado.
De psiquiatria.com
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