Las
emociones negativas impulsan el consumo de alimentos dulces.
Un estudio de
investigadores de la Universidad Cornell (EEUU) ha revelado cómo el estado
emocional de una persona afecta a su percepción de los sabores. En particular,
la investigación constató que los individuos que sienten emociones negativas
tienden a tener más antojo de dulce que aquellos que disfrutan de un estado de
ánimo positivo.
“Hemos
determinado cómo las emociones surgidas a partir de los resultados de
partidos universitarios de hockey influían en la percepción de lo dulce, lo
salado, lo amargo, lo ácido y lo umami (o sabroso), así como las respuestas
hedónicas o el gusto o disgusto de los alimentos”, explica Robin Dando,
profesor de ciencia alimenticia de dicha Universidad, en un comunicado
institucional.
Dando, junto con
Corinna Noel, una estudiante de doctorado en ciencia alimenticia, han publicado
los resultados de su estudio en la revista Appetite.
“Las manipulaciones
emocionales propiciadas por la percepción agradable o desagradable de
eventos reales de la vida puede influenciar en la aceptación de las comidas”,
asegura Dando. “Este resultado señala que la modulación de la percepción del
gusto podría dirigir la alimentación cuando se tienen emociones negativas”,
añade.
El estudio mostró que
las emociones vividas cada día pueden alterar la experiencia placentera o no de
las comidas menos apetecibles, lo que implica que existe una conexión entre
emociones y alimentación.
Dando explica
que “en momentos de afectos negativos, lo que es desagradable por
naturaleza pasa a ser aún más desagradable para el gusto”. Esto se resumiría en
que “si nuestro equipo gana, mantendremos nuestra rutina alimenticia; pero si
pierde, iremos a comprarnos un helado”, concluye el investigador.
de psiquiatria.com
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