Suavice, pero no mienta. Desahóguese, sin descontrolar. La clave está en los matices.
El año empezó de forma trágica y dolorosa, con más de una decena
de muertos en un atentado yihadista contra la revista Charlie Hebdo, en París. Y si el
episodio es difícil de digerir para los adultos, imaginemos lo que ocurre con
los críos, que por muy lejos que los mantengamos de la barbarie, siempre
escuchan conversaciones, ven fragmentos de informativos y lanzan curiosas
preguntas. "¿Qué ha pasado, mamá, papá?".
Ante todo, resulta primordial disfrutar en casa de un clima de
confianza que invite a los niños a cuestionar sobre cualquier asunto que les
preocupe, sabiendo que van a obtener de nosotros una respuesta creíble y
sólida. Así lo aconseja la Asociación
Americana de Psiquiatría: si el infante necesita interrogar sobre
cualquier asunto, esa atmósfera de franqueza le ayudará a hacerlo con
naturalidad, y así no se quedará dándole vueltas al tema en soledad. Si su hijo
ha visto imágenes truculentas (como los recientes tiroteos en Francia de los
que muchos fuimos testigo), no ceda a la tentación de dejar el agua correr, bien por comodidad, bien porque
interprete el probable silencio del pequeño como una prueba de que no ha
entendido nada. Esto último es posible, pero ¿y si no ha sido así? Si le han
causado el mismo impacto que a usted (como poco), pasarlo por alto sería un
error. Por ello, los especialistas recomiendan dar el primer paso: aportar una
explicación, nos la pida nuestro hijo o no
Así,
con los atentados, ocurre como con cualquier problema de violencia, y nuestro
mensaje debe cumplir dos funciones: erradicar el miedo y ser veraz. Decir que
esas imágenes son de una película no vale. Tampoco contar un cuento.
Evidentemente,
hay que utilizar un lenguaje acorde con su edad. No es lo mismo contarle un
atentado a un niño de 12 años que a otro de cuatro (en los más pequeños, según
los expertos, el impacto de estas escenas puede ser mayor). Tampoco hay que
recrearse en las explicaciones.
Por
último, es crucial evitar que los niños se formen una idea equivocada respecto
a “buenos” y “malos”, identificando a unos y a otros con diferentes etnias,
rasgos físicos o creencias. Hay que recalcar que los “malos” son una minoría,
pero también que esa minoría no tiene nada que ver con una etnia o religión.
Recuerde: confianza en el hogar, veracidad en la información, brevedad,
sentimientos sinceros pero calmos y el matiz de la excepcionalidad y la
justicia. Sus hijos lo agradecerán.
de
elpais.com
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