Un juego de realidad aumentada para
detectar la violencia escolar
Investigadores de la Universidad de Almería
han desarrollado un juego de realidad aumentada para detectar casos de
violencia escolar. Los estudiantes tienen que interaccionar entre ellos
mediante acciones que realizan con un dispositivo móvil y, a partir del
análisis de esas dinámicas, los expertos obtienen un esquema visual con el que
pueden identificar posibles situaciones de acoso.
La metodología de esta
investigación consta de tres fases. Una primera, en la que se recogen los datos
del comportamiento de los estudiantes a través de un juego de realidad
aumentada. En una segunda fase, todos estos datos pasan a un servidor donde se
interpretan a través de un esquema visual o sociograma. Finalmente, se extraen
las conclusiones que permitirá a los profesionales de los centros educativos
entender la realidad del aula y prever los posibles casos de violencia o acoso
escolar.
Como explica a la Fundación Descubre
el investigador del área de arquitectura de computadores de la Universidad de
Almería, José Antonio Álvarez, durante el juego cada participante tiene un peto
con dos códigos QR y cada uno de ellos codifica un número. Los móviles usan
esos códigos para identificar a cada jugador. De esta forma, cuando un usuario
señala a otro con su dispositivo, éste activa su cámara para leer el código QR
del oponente y tener información sobre él.
Comportamiento racial
Además, el sistema se
compone de sensores para medir el movimiento de los participantes. Por ejemplo,
si se pretende dar un ‘empujón virtual’ al oponente para quitarle puntos, se
zarandea el móvil, mientras en la pantalla aparece su imagen. La situación es
similar a la que se produce durante una partida de paintball, pero en lugar
utilizar armas y bolas, en este caso, los ataques se ejecutan de forma virtual
con el móvil.
Todas las acciones
realizadas con el móvil pasan a un servidor conectado a un ordenador externo de
donde se extraerán los datos del comportamiento de los jugadores. “De esta
forma, al final del juego podemos conocer a través de sus movimientos y
actitudes quiénes son agresores y qué participantes tienen el perfil de
víctima. Por ejemplo, los empujones son interpretados como agresiones y
restarán puntos”, asegura José Antonio Álvarez.
La segunda fase del
proceso implica la recogida de datos, e interviene un portátil y un router. El
ordenador tiene un servidor con una base de datos que recoge la interacción de
cada participante. Una vez analizados todos los datos se obtiene un esquema
visual, denominado sociograma, que muestra de manera gráfica las interacciones
entre los alumnos y su manera de comportarse.
Tras el
análisis de sociogramas, los investigadores concluyen, en un estudio publicado
en la revista Frontiers in Psychology con el título ‘System to Detect Racial –
Based Bullying through Gamification’, que las principales discriminaciones o
situaciones de violencia se producen entre estudiantes de nacionalidades
diferentes.
En cuatro de los cinco
colegios examinados, ninguno de los estudiantes extranjeros se sentaba en los
escritorios de la primera fila, es decir, estaban más cerca de la parte de
atrás de la clase, excepto en el grupo que tenían entre siete y ocho años de
edad.
Los datos también
revelan que aunque la mayoría de los estudiantes prefiere trabajar o compartir
una mesa con un compañero nativo (un 72% de la muestra), la desconfianza no se
asocia más con los estudiantes extranjeros, ya que el 60 por ciento de los
participantes expresó que desconfiaba de cualquier compañero de cualquier
nacionalidad.
Con respecto a la
coexistencia fuera del aula, la discriminación por estigma racial no está
presente en los deportes, sólo el 20% de la muestra afirmó que no invitaría a
un compañero de clase inmigrante. Respecto a otras actividades no deportivas,
como una fiesta de cumpleaños, el porcentaje de rechazo de los estudiantes
extranjeros se eleva al 64 por ciento.
En cuanto al comportamiento de los estudiantes en actividades fuera del aula,
como salir de vacaciones con un compañero, los resultados reflejan que el 56
por ciento de la muestra prefiere ir con estudiantes extranjeros.
El estudio ha contado
con financiación del grupo de investigación ‘Intervención psicológica y médica
a lo largo del ciclo vital’ de la Universidad de Almería.
de psiquiatria.com
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