Vivir en un área pobre aumenta el riesgo
de ansiedad en las mujeres, pero no en los hombres
Las mujeres que viven
en las zonas más necesitadas son más de un 60 por ciento más propensas a tener
ansiedad que las mujeres que viven en zonas más ricas. Sin embargo, si los
hombres viven en áreas más pobres o más ricas supuso muy poca diferencia en sus
niveles de ansiedad, según revela una nueva investigación de la Universidad de
Cambridge, en Reino Unido, cuyos resultados se publican en la revista ‘BMJ
Open’.
Los trastornos de
ansiedad, que a menudo se manifiestan como preocupación excesiva, miedo y
tendencia a evitar situaciones potencialmente estresantes, incluyendo reuniones
sociales, son algunos de los problemas de salud mental más comunes en el mundo
occidental. El costo anual relacionado con los trastornos en Estados Unidos se
estima en 42,3 millones de dólares, y en la Unión Europea , más
de 60 millones de personas se ven afectadas por trastornos de ansiedad en un
año determinado.
Ha habido pocos
estudios hasta la fecha que evalúen los factores o las características que
están vinculados a los trastornos de ansiedad y aún menos mirando el impacto de
los lugares donde las personas viven en relación con la ansiedad. Sin embargo,
estudios previos han vinculado la vida en áreas de alta privación o pobreza con
un aumento significativo de los riesgos de enfermedades médicas graves y una
esperanza de vida más corta.
Estos investigadores
del Instituto de Salud Pública de Cambridge estudiaron los cuestionarios sobre
salud y el estilo de vida que completaron unas 21.000 personas en Norwich y
alrededores, en el este de Inglaterra, entre 1993 y 2000. Los participantes se
habían reclutado como parte del estudio EPIC-Norfolk, creado para ver la
conexión entre la dieta, los factores de estilo de vida y el cáncer.
Una de cada 40 mujeres
(2,5 por ciento) y uno de cada 55 hombres (1,8 por ciento) tuvieron trastorno
de ansiedad generalizada. Las mujeres que vivían en las zonas más
desfavorecidas eran más de un 60 por ciento más propensas a padecer ansiedad
que las que vivían en zonas que no estaban privadas, pero esta asociación entre
las carencias y el trastorno de ansiedad generalizada no fue evidente en los
hombres. Aunque los autores reconocen que es difícil confirmar que vivir en
privación provoca un mayor riesgo de ansiedad en las mujeres, creen que es
hacia lo que apunta su análisis.
“Los trastornos de
ansiedad pueden ser muy incapacitantes, afectando a la vida de las personas, el
trabajo y las relaciones, y aumentando el riesgo de depresión, uso indebido de
sustancias y graves patologías médicas”, dice la primera autora Olivia Remes,
del Departamento de Salud Pública y Atención Primaria. “Vemos en nuestro
estudio que las mujeres que viven en zonas desfavorecidas no sólo tienen que
lidiar con los efectos de vivir en la pobreza, sino que también son mucho más
susceptibles a la ansiedad que sus pares. En términos reales, dado el número de
personas que viven en la pobreza en todo el mundo, esto pone a muchos millones
de mujeres en mayor riesgo de ansiedad”, detalla. El equipo especula por
qué esto puede ser así. Las mujeres están más embebidas en sus comunidades que
los hombres –tienden a permanecer más en casa y hacer más tareas domésticas_y, por
lo tanto, el estrés y la tensión de vivir en comunidades empobrecidas parece
afectarles más, argumentan. Además, las mujeres asumen cada vez más papeles
múltiples en la sociedad de hoy: ingresos, hijos, cuidadores, todo lo cual
aumenta su carga. Sin embargo, mientras que los hombres pueden ser menos
susceptibles a la ansiedad, su estrés puede conducir a otros comportamientos
negativos para afrontar las adversidades, como el abuso del alcohol y de
sustancias.
La profesora Carol
Brayne, del Instituto de Salud Pública de Cambridge, explica: “Los trastornos
de ansiedad afectan a un número sustancial de personas y pueden conducir a
malos resultados de salud y riesgo de suicidio. Ahora sabemos que las mujeres
se ven particularmente afectadas por la privación. Esto es intrigante y se
necesita más investigación, particularmente en las regiones más necesitadas”.
“Nuestras conclusiones
demuestran que la política de salud mental debe tener en cuenta las comunidades
o los lugares donde vive la gente: invertir en un área local no beneficiará a
todas las partes de su población de la misma manera”, dice la doctora Louise
Lafortune, del Instituto de Salud Pública de Cambridge. “Es evidente en nuestro
estudio que debemos tener en cuenta el género al determinar qué acción tomar,
lo que es particularmente importante en un momento de escasez de recursos
económicos y relacionados con la salud”, agrega.
de psiquiatria.com
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