Los bebés muestran su incertidumbre
de manera no verbal
Un estudio, publicado en PNAS, trata de averiguar si los bebés son capaces como los adultos de evaluar sus propios pensamientos. Para ello, el equipo del Laboratorio de Ciencias Cognitivas y Psicolingüísticas del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés) ha examinado el desarrollo de la metacognición, la capacidad que tenemos de observar y regular nuestros propios procesos cognitivos.
“Un ejemplo muy común de este proceso es la
capacidad de evaluar nuestras elecciones: después de haber tomado una decisión,
somos capaces de identificar nuestros propios errores, y confiamos en nuestras
elecciones después de una buena respuesta”, aclara Louise Goupil, autora
principal del trabajo, al definir la sensibilidad metacognitiva.
Hasta ahora, los estudios en psicología del
desarrollo habían documentado un desarrollo tardío de esta capacidad, que ha
sido estudiada principalmente preguntando a los niños sobre sus decisiones. En
este tipo de situaciones, de manera general, los infantes han tenido
dificultades para valorar sus propias elecciones.
“Tienen tendencia a sobrestimar sus propias
actuaciones, es decir que son capaces de decir que han respondido bien incluso
cuando han cometido un error”, subraya la investigadora. Basándose en esta
relación verbal, se ha sugerido durante mucho tiempo que los menores de seis
años no tienen o tienen poca sensibilidad metacognitiva.
Para Goupil, esas limitaciones en los niños
también se podrían explicar por el hecho de comunicar sus propios pensamientos
y decisiones de manera estrictamente verbal. De este modo, es posible que los
pequeños sean capaces de valorar sus decisiones “incluso si les es difícil verbalizar
sus errores y dudas”, indica la experta.
Para comprobar si los niños pueden comunicar
de manera no verbal esta incertidumbre, los investigadores realizaron un
experimento con 80 bebés de 20 meses. “Al darles una tarea de memorización
pudimos probar su capacidad de pedir ayuda de forma no verbal y así evitar
errores”, especifica la científica.
Los bebés tuvieron que memorizar el lugar
donde se escondía un juguete bajo una de las dos cajas que tenían delante de
ellos. Después de un plazo de entre 3
a 12 segundos, se les pidió señalar una de las dos cajas
para indicar dónde pensaban que estaba escondido el objeto escondido. En
algunas pruebas, el juguete se colocaba detrás de una cortina, por lo que les
era imposible resolverla.
Los resultados demuestran que los bebés piden
ayuda para evitar señalar la caja incorrecta. Además, “piden ayuda más a menudo
cuando las pruebas son imposibles de resolver, y cuando los plazos de
memorización son más largos”, dice Goupil. De este modo, los pequeños pueden
evaluar sus propias dudas y compartir esta información con los demás para
alcanzar sus objetivos.
Los bebés muestran por tanto sensibilidad
metacognitiva mucho antes de lo que se pensaba, a pesar de ser incapaces de
verbalizarla convenientemente hasta unos años más tarde. “No solo analizan su
entorno físico y social, sino que también pueden examinar sus propios procesos
cognitivos”, concluye la experta.
de psiquiatria.com