Votar es bueno para la salud (mental).
Los expertos parecen
coincidir en que no es posible reducir a un solo motivo lo que nos hace salir
de casa a expresar protestas, quejas y reivindicaciones. Israel Rodríguez,
profesor de Estudios de Psicología de la Universidad Oberta de
Catalunya (UOC) y experto en
movimientos sociales, alude a un cóctel de distintas variables para explicar la
movilización y participación política. “Sin duda, intervienen factores
macrosociales como la crisis económica, pero también encontramos otros
elementos más apegados a la realidad cotidiana de cada persona como la pérdida
de trabajo o una experiencia previa. En todo caso, movilizarse siempre tiene
algo de sorpresivo e imprevisible, incluso para uno mismo”.
El antropólogo Fernando
Monge, profesor de Antropología Social y Cultural de la Facultad de Filosofía
de la UNED, también
cree que son múltiples las causas que nos llevan a dar el paso a la acción. Sin
embargo, matiza este argumento haciendo hincapié en un aspecto que considera
determinante: el contexto. “Lo que realmente dispara todas las razones que nos
movilizan, sean las que sean, son las circunstancias en que se producen”,
afirma.
¿Convicción o
contagio emocional?
Pero, si para entender
el proceso de las movilizaciones es necesario examinar qué las provoca, también
hay que tener en cuenta las emociones que mueven a sus protagonistas.
Las movilizaciones se
producen en su mayoría por contagio emocional o por seguir lo políticamente
correcto: “En ocasiones algunas emociones no son realmente nuestras, sino que
nos las contagia la masa, y en otras nos movilizamos sin emoción ninguna,
forzando una acción por la presión social o por el deber que nos imponen o nos
autoimponemos”.
Votar sí sirve
de algo
¿Y qué interviene cuando
nos acercamos a las urnas? Tanto si nos expresamos en una manifestación, como
si lo hacemos con nuestro voto en unas elecciones, “la gente solo se moviliza
masivamente si cree que su participación tendrá algún efecto”, asegura el
antropólogo Fernando Monge: “Si las pasadas elecciones catalanas registraron un
elevado porcentaje de participación fue porque la mayoría pensaba que su voto
podría influir en el devenir de los acontecimientos”.
En este sentido, Quesada
supedita el índice de participación de las elecciones generales que se
celebrarán el próximo día 20,
a la voluntad de unos ciudadanos para quienes el derecho
al voto es más un deber que una decisión propia. “Por esto, cualquier pequeño
obstáculo podría intervenir en la voluntad personal y, en última instancia, en
la afluencia a las urnas”, observa. Emociones, empatía, colectivo… Todo un
cóctel que cualquier psicólogo le recomendaría practicar.
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