lunes, 28 de diciembre de 2015

combate los villancicos con chicle

Un truco infalible para quitarse una canción machacona de la cabeza

Un estudio propone una llamativa fórmula para combatir villancicos.

¿Cuántas veces tarareó usted, contra su voluntad, El taxi, de Pitbull, el pasado verano? ¿Cuántas otras su compañero de trabajo se lanzó con una melodía tonta y usted la repitió durante el resto de la jornada? ¿Ha empezado ya con el villancico de moda? Ocurre en los cerebros mejor amueblados: escuchamos los primeros compases de una canción y ya no hay forma de sacarlos de nuestra cabeza. Pues bien, una investigación publicada en Quarterly Journal of Experimental Psychology, la publicación de la Asociación Americana de Psicología, concluye que la solución a este molesto problema es tan simple como mascar chicle.
La idea del estudio, según cuentan los autores, surgió a partir de unpost anónimo de Internet que aseguraba que mascar palos de canela acababa con cualquier canción pegadiza de la que nos resultara difícil deshacernos. Intrigados con el asunto, los investigadores, científicos de la Universidad de Reading (Inglaterra), descubrieron que al parecer el movimiento mecánico que hacemos con la mandíbula cuando estamos masticando chicle, en el que se utilizan las mismas habilidades motoras que en el habla, puede detener la formación de recuerdos musicales molestos.
El estudio en el que se llegó a estas conclusiones se dividió en tres experimentos. Por un lado, un grupo de personas escucharon la canción Play Hard, de David Gueta, y apuntaron cuántas veces habían pensado en ella durante los días siguientes. Un segundo grupo de participantes escuchó la misma canción, pero en su caso debían fijarse tanto en las veces en las que habían pensado en ella como las veces en las que esta había sonado en sus cabezas. En ambos casos, mascar chicle resultó ser eficaz para disminuir el número de recuerdos y reproducciones interiores.

Con el tercer ensayo, los científicos intentaron responder a otra cuestión: si las canciones pegadizas se pueden parar con cualquier actividad motora y no solo la que se produce cuando masticamos (chicles o palitos de canela). En este caso, el tema elegido fuePayphone, de Maroon 5. Tras escucharla, un grupo mascó chicle y otro tamborileó con los dedos. Aunque esta nueva acción introducida logró en cierta medida combatir el efecto plasta, no fue tan eficaz como el que se consiguió masticando. ¿Tiene chicle a mano? Consuma sin miedo su ración de reggaeton.
de elpais.com

lunes, 21 de diciembre de 2015

sí, la navidad también deprime


La alegría, las celebraciones y la nostalgia están por todas partes en época navideña. Sin embargo, hay personas que lo pasan realmente mal y, aunque desde el punto de vista psicológico no existe una fobia a estas fechas, algunos expertos hablan de “depresión de Navidad”.
Este fenómeno no existe como tal en ninguno de los manuales que clasifican a las enfermedades mentales, pero sí que se dan una serie de síntomas de depresión, como tristeza o sentimiento de soledad, según explica a Efe la psicoterapeuta Clotilde Sarrió.
Puede aparecer un sentimiento de frustración al existir una contradicción entre lo que socialmente se ha impuesto -mensajes de amor y reuniones con la familia- y lo que uno siente.
También la imagen de la Navidad en la publicidad, que muestra a familias unidas celebrándola, puede llevar a un bajón anímico a aquellos que están solos o no tienen posibilidades económicas para hacer lo mismo.
La psicóloga de la Clínica Quirón Sagrado Corazón de Sevilla Paloma Carrasco indica a Efe que la fobia a la Navidad no es real, pero sí que puede existir “un rechazo a todo lo que implique encuentros sociales, luces navideñas o momentos nostálgicos”.
Carrasco explica que estas personas, que por distintas circunstancias sufren en estas fechas y se ponen “tristes o vulnerables”, se pueden agrupar en tres perfiles psicológicos.
El primero correspondería a aquellos que han perdido a un ser querido y sufren especialmente en estas fechas porque la ausencia “se nota más”, así como a los que pasan las fiestas solos o alejados de su familia.
Mientras, en el segundo grupo se incluyen aquellos que padecen fobia social -que tienen dificultades para integrarse en grupos y evitan cenas y comidas navideñas- y los que padecen agorafobia -miedo a los espacios abiertos y a las multitudes, que prefieren quedarse en casa solos-.
En este aspecto, la psicóloga especialista en fobias Beatriz Becerro señala a Efe que estos dos trastornos, si ya se padecían antes, pueden potenciarse en Navidad, días en los que las calles están llenas y los encuentros sociales por tradición “vienen marcados con la etiqueta de obligatoriedad”.
Las personas que los sufren, al enfrentarse a este “miedo irracional”, presentan síntomas como ansiedad, sudoración de manos, aceleración de los latidos del corazón, taquicardias, mareos, ataques de pánico e incluso desmayos.
Suelen evitar estas situaciones, pero eso, para Becerro, “lo que hace es que esa fobia vaya creciendo, porque a corto plazo la persona se relaja pero no existe el enfrentamiento necesario para poder superarla”.
A su entender, el apoyo psicológico “es muy importante” para superar estas fobias, porque tratándolas de forma adecuada “se puede perfectamente volver a llevar una vida normal”.
En el tercer perfil psicológico que lo pasa mal especialmente en estas fechas se encuentran aquellos que, para la psicóloga Paloma Carrasco, “se han convertido en cascarrabias y huraños, que exigen que se les deje tranquilos y se pasan las fiestas realmente enfadados esperando a que se terminen”.
Para todos ellos, las expertas recomiendan ver el lado positivo de todo, apoyarse en los que están cerca, entender que no es lo mismo estar solo que sentirse solo y no castigarse por acontecimientos ya pasados.

La Navidad es un momento más de la vida y no hay que sentir la felicidad como una obligación, coinciden en afirmar las tres psicólogas, que aconsejan transformar la nostalgia y los malos recuerdos en agradecimiento por las innumerables cosas que tenemos.

de psiquiatria.com

lunes, 14 de diciembre de 2015

Vota, tu salud te lo agradecerá

Votar es bueno para la salud (mental).

Los expertos parecen coincidir en que no es posible reducir a un solo motivo lo que nos hace salir de casa a expresar protestas, quejas y reivindicaciones. Israel Rodríguez, profesor de Estudios de Psicología de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y experto en movimientos sociales, alude a un cóctel de distintas variables para explicar la movilización y participación política. “Sin duda, intervienen factores macrosociales como la crisis económica, pero también encontramos otros elementos más apegados a la realidad cotidiana de cada persona como la pérdida de trabajo o una experiencia previa. En todo caso, movilizarse siempre tiene algo de sorpresivo e imprevisible, incluso para uno mismo”.
El antropólogo Fernando Monge, profesor de Antropología Social y Cultural de la Facultad de Filosofía de la UNED, también cree que son múltiples las causas que nos llevan a dar el paso a la acción. Sin embargo, matiza este argumento haciendo hincapié en un aspecto que considera determinante: el contexto. “Lo que realmente dispara todas las razones que nos movilizan, sean las que sean, son las circunstancias en que se producen”, afirma.

¿Convicción o contagio emocional?

Pero, si para entender el proceso de las movilizaciones es necesario examinar qué las provoca, también hay que tener en cuenta las emociones que mueven a sus protagonistas.
Las movilizaciones se producen en su mayoría por contagio emocional o por seguir lo políticamente correcto: “En ocasiones algunas emociones no son realmente nuestras, sino que nos las contagia la masa, y en otras nos movilizamos sin emoción ninguna, forzando una acción por la presión social o por el deber que nos imponen o nos autoimponemos”.

Votar sí sirve de algo

¿Y qué interviene cuando nos acercamos a las urnas? Tanto si nos expresamos en una manifestación, como si lo hacemos con nuestro voto en unas elecciones, “la gente solo se moviliza masivamente si cree que su participación tendrá algún efecto”, asegura el antropólogo Fernando Monge: “Si las pasadas elecciones catalanas registraron un elevado porcentaje de participación fue porque la mayoría pensaba que su voto podría influir en el devenir de los acontecimientos”.
En este sentido, Quesada supedita el índice de participación de las elecciones generales que se celebrarán el próximo día 20, a la voluntad de unos ciudadanos para quienes el derecho al voto es más un deber que una decisión propia. “Por esto, cualquier pequeño obstáculo podría intervenir en la voluntad personal y, en última instancia, en la afluencia a las urnas”, observa. Emociones, empatía, colectivo… Todo un cóctel que cualquier psicólogo le recomendaría practicar.

 de elpais.com

lunes, 7 de diciembre de 2015

atlas corporal-emocional

Crean un mapa corporal de las emociones.

Una pena que duele en el pecho, una calidez que alborota todo el cuerpo o un enfado que tensa los músculos: la forma en que nuestro cuerpo reacciona a las emociones ha sido descrita con bellas metáforas y con trillados lugares comunes.
Pero ahora, un equipo de investigadores finlandeses ha creado el que probablemente sea el primer mapa corporal de las emociones humanas.
Los científicos, de la Universidad de Aalto, comprobaron que cada emoción despierta reacciones en determinadas zonas del cuerpo y que esto sucede con personas de culturas muy diferentes. Por lo tanto, concluyen los autores del trabajo que publica la revista PNAS de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, este mapa físico emocional tiene bases biológicas y es universal.
¿Y por qué reacciona el cuerpo de esta manera? Según se explica en este estudio, se trata de mecanismos biológicos que nos preparan para responder al entorno, ya sea para defendernos o para disfrutar de la situación.
"Las emociones ajustan no sólo nuestra salud mental, sino también nuestros estados corporales", explica Lauri Nummenmaa, profesor de neurociencia y líder del equipo investigador.
"De esta forma nos preparan para reaccionar rápidamente ante los peligros, pero también ante cualquier oportunidad que ofrezca el entorno, como una interacción social placentera".
Para su estudio, los científicos realizaron cinco experimentos en los que 701 personas debían localizar en qué lugar sentían el efecto de una serie de emociones básicas –como la ira, el miedo, el asco, la felicidad, la tristeza o la sorpresa– y otras más complejas –como la ansiedad, el amor, la depresión, el desprecio, el orgullo, la vergüenza y la envidia.
Según se puede apreciar en el mapa creado por los investigadores, las dos emociones que causan una reacción corporal más intensa y en todo el cuerpo son el amor y la alegría.
También se puede ver que, en general, todas las emociones básicas activan sensaciones en la parte superior del cuerpo, donde están los órganos vitales, y especialmente en la cabeza.
de Ciencia BBC