Algunas
neuronas interpretan la realidad a partir de lo que espera el observador y no
de la información sensorial que reciben.
Al evaluar las emociones de otra persona -feliz,
triste, enojado, con miedo- los seres humanos buscan pistas en las expresiones
faciales.
Las neuronas de una parte del cerebro llamada la
amígdala “se encienden” en respuesta a la estimulación visual, a medida que la
información es procesada por la retina, la amígdala y una red de estructuras
cerebrales interconectadas.
Algunas de estas regiones responden sólo a las
características reales de la cara, mientras que otras responden a cómo le
parecen las cosas al espectador, pero no se sabe en qué parte del cerebro se
produce esta diferencia.
Algunas
neuronas “obedecen” a prejuicios
Aunque la importancia de la amígdala en el
reconocimiento de rostros y la evaluación emocional es bien conocida, se sabe
poco sobre cómo funcionan estos procesos.
Ahora, una investigación dirigida por científicos
del Centro Médico Cedars-Sinai (California) y del Instituto de Tecnología de
California, Caltech (EE.UU.) ha descubierto que al menos algunas de las células
del cerebro que están especializadas en el reconocimiento de las emociones
pueden realizar juicios basados en prejuicios del
espectador en lugar de en la verdadera emoción que se observa.
Con colegas del Huntington Memorial Hospital
utilizaron electrodos colocados en el interior del cerebro para fines
diagnósticos no relacionados con la investigación, y registraron la actividad
eléctrica de neuronas individuales, encontrando un subconjunto que eran
“selectivas con las emociones”, porque sus respuestas distinguían entre caras
felices y temerosas.
A los pacientes se les mostraron imágenes de
rostros cuya emoción era difícil de reconocer, porque sólo partes de los rasgos
eran claramente visibles. Algunas neuronas se activaban más con los rostros que
mostraban miedo, mientras que otras lo hacían con las caras felices.
“Cuando una
cara de miedo era juzgada incorrectamente como feliz, las neuronas respondían
como si una cara feliz hubiera sido juzgada correctamente como feliz,
reforzando la decisión incorrecta. Cuando una cara feliz era juzgada
incorrectamente como una cara de miedo, las neuronas respondían también como si
se hubiera acertado. Esto nos indica que las respuestas de las neuronas se
basaron en las opiniones subjetivas y percibidas por los participantes, más que
en la verdad fundamental de la emoción que se mostraba en el estímulo”.La
amígdala condicionada
Cuando los investigadores tomaron datos de las
neuronas del hipocampo -una estructura adyacente a la amígdala, que también
está involucrada en el procesamiento de pensamientos, emociones y recuerdos- se
encontraron con que las células respondían a los estímulos visuales, pero esas
respuestas no reflejaban el juicio subjetivo de los pacientes.
El funcionamiento anormal de la amígdala está
implicado en varias enfermedades neurológicas, como el autismo, las fobias, el
trastorno de estrés postraumático y la ansiedad.
Según los autores, este estudio sugiere una
intrigante explicación de por qué la disfunción de la amígdala puede conducir a
la ansiedad o al miedo no provocado: A pesar de recibir una entrada sensorial
normal -como una persona feliz que mira- la representación interna de la
emoción en la amígdala está dirigida por la emoción percibida subjetivamente,
que es el miedo en este caso.
Un estudio anterior, realizado por los mismos
investigadores, había observado que la activación de neuronas individuales en
la amígdala ocurre de forma diferente en personas con autismo, y por tanto
estas tienen más dificultades para reconocer las caras y las emociones.
“Una subpoblación de neuronas en los pacientes con
trastorno del espectro autista mostró sensibilidad anormal a la región de la
boca”, señalaba Rutishauser en la nota de prensa sobre la investigación.
Asimismo, el equipo de Rutishauer comprobó hace
tres años que las neuronas especializadas en caras y emociones se activan con
mucha fuerza cuando ven una cara completa, y mucho más débilmente cuando una
parte muy pequeña de las mismas es borrada. De hecho, de forma contraintuitiva,
respondían más a caras casi totalmente borradas, que a caras borradas pero muy
poco.
“Nuestra interpretación de este efecto inicialmente
desconcertante es que el cerebro se preocupa por lo que representa toda la
cara, y tiene que ser muy sensible a todo lo malo que pase en ella, como que
falte una parte”, explicaba Ralph Adolphs en la nota de prensa. “Este es
probablemente un mecanismo importante para garantizar que no confundimos una
persona con otra y para ayudarnos a hacer un seguimiento de muchas personas.”
de psiquiatria.com
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