“Los resultados”, dice uno
de los investigadores, “indican que el repertorio de expresiones faciales que
usan típicamente los humanos se describe mejor como un conjunto rico de
categorías básicas y compuestas que en la forma de un pequeño grupo de
elementos básicos”.
Por ejemplo, la
consternación puede entenderse como el sentimiento de asco combinado con el de
indignación, y así lo demuestran los experimentos de Martínez y sus colegas:
los indicadores faciales de la consternación —como la apertura de los párpados
o la curvatura de la boca— son, en afecto, una combinación de los gestos del
asco y el enfado. El odio es una combinación de los mismos dos componentes,
aunque esta vez con el énfasis puesto más en el enfado que en la repugnancia.
Los anteriores son casos
en que una sola palabra abarca la combinación de dos emociones básicas (o
cardinales). Las más de las veces, el gesto combinado (o la emoción compuesta)
requiere combinar también las palabras que designan a las emociones
elementales: felizmente sorprendido, tristemente sorprendido, asqueadamente
sorprendido, tristemente atemorizado, tristemente enfadado y así hasta las 15
emociones compuestas que, a partir de ahora, tendrán que usar los estudios
cognitivos, los psicólogos y los robots.
Hay una ley no escrita
de la ciencia que se llama la navaja de Ockham. Aunque su formulación original
por el monje franciscano Guillermo de Ockham, una de las cúspides del
pensamiento medieval, resulta en extremo espesa y farragosa, no puede negarse a
su concepto central una claridad de una índole casi brutal: a igualdad de todo
lo demás, la explicación más simple suele ser la correcta. Pero el
reconocimiento de las caras parece contradecir ese principio, pues no se puede
reducir al menor posible sistema de números primos emocionales —felicidad, sorpresa, enfado,
tristeza, miedo y asco—, sino que requiere añadir a esa tabla periódica de los
sentimientos toda una serie de emociones complejas.
Pero hay un sentido en
que 21 puede ser más simple que 6: si los 21 gestos faciales complejos son
meras combinaciones —o mejor aún, combinaciones gramaticales— de los seis
gestos simples que se han utilizado tradicionalmente, tal vez todo nuestro
reconocimiento cerebral de las emociones —o, al menos de las emociones
faciales— pueda reducirse a un pequeño grupo de números
primos de la expresión facial,un acervo básico
cuyas combinaciones den lugar a un caleidoscopio de ademanes, guiños y muecas
que virtualmente lo expresen todo. Al igual que un alfabeto de solo una
treintena de signos puede generar un lenguaje entero, y el lenguaje una
literatura y las literaturas una historia de la literatura.
Entonces, ¿hay una gramática del reconocimiento facial? ¿Puede uno
combinar asco y enfado para producir odio de un modo similar a como uno combina
un nombre y un verbo para generar una frase que a su vez puede comportarse como
una nueva unidad gramatical?
de elpais.com
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