Inspector de aguaceros y
tormentas fue tal vez el más llamativo de los oficios que se atribuyó el
agrimensor, naturalista, fabricante de lápices y pensador estadounidense Henry
David Thoreau (1817-1862). Padre de la desobediencia civil, fustigador del
Estado, pionero de ecologistas, apóstol de la renuncia a lo superfluo, Thoreau,
a quien la tuberculosis liquidó a los 44 años, concita creciente atención. Sus
actos y pensamientos brillan como un faro entre el desconcierto y la
indignación suscitados por el reajuste del capitalismo especulativo que de modo
falaz se bautiza como crisis.
de lne.es
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