Hace unas semanas el director general de CaixaBank, Juan Antonio Alcaraz aseguró que los desahucios forman parte de la leyenda urbana y que el asunto
de las cláusulas suelo fue utilizado para que las entidades financieras pagaran
parte de la crisis.
Bien, una de las respuestas posibles es ésta:
España es uno de los países con mayor proporción de ejecuciones
hipotecarias y desalojos domiciliarios, en comparación con otros países. Desde que
comenzó la crisis económica en 2008 se han producido unos 60.000 desahucios al
año, alcanzando la mayor cifra en 2012, con más 70.000 desalojos. Según los
datos que aporta FACUA,
todavía en 2017 se han seguido produciendo unos 185 casos nuevos cada día.
A pesar de estos datos, y el conocido vínculo entre la exclusión
social y los problemas de salud mental, en España son muy escasos los estudios
que exploran esta asociación. Por esta razón, investigadores de la Universidad de Granada
y de la Escuela
Andaluza de Salud Pública (EASP) han llevado a cabo un
estudio en el que han examinado los síntomas de ansiedad, depresión, estrés
postraumático (TEPT) y estrés percibido de los desahuciados.
Para ello se evaluó de forma individual a 205 participantes voluntarios
afectados por un proceso de desalojo domiciliario, mediante una entrevista
estructurada y varios instrumentos validados para el TEPT, el estrés percibido,
la ansiedad y la depresión.
Los resultados muestran que la población evaluada
presenta niveles muy altos de psicopatología. De los participantes, el 95.1%
informó que estaban experimentando el proceso de desalojo en el hogar con
miedo, impotencia u horror. El 88% presentó puntuaciones patológicas en
ansiedad y el 91% en depresión. Respecto a la sintomatología de TEPT, esta
muestra obtuvo puntuaciones más altas que el grupo normal en los síntomas de
evitación, activación y puntuación total. En torno al 72.5% cumplió con los
criterios de los síntomas del DSM-IV para el TEPT. Finalmente, el principal
predictor de estrés percibido fue la sintomatología de TEPT.
Tanto respecto a la ansiedad como a la depresión, se
observan diferencias de género, siendo las mujeres las que presentan niveles
más altos. También se observan diferencias de género en la
sintomatología de TEPT, siendo, de nuevo, las mujeres las de mayores
puntuaciones. En cuanto al estrés percibido también se encontraron altos
niveles, aunque no existen diferencias entre hombres y mujeres.
El proceso que viven estas personas puede alargarse
durante años, ya que transcurre desde que empiezan a tener dificultades para
pagar la hipoteca, hasta el momento en que la familia es desalojada de la
vivienda. Por este motivo, estamos hablando de una situación de estrés
prolongada, que implica amenaza e incertidumbre, por lo que es normal que
termine afectando a su integridad física y psicológica.
Según estos resultados, un proceso de desahucio tiene,
en prácticamente todos los casos, un impacto alarmante en la salud mental de
las personas afectadas, lo que, en opinión de los autores del estudio,
exige medidas urgentes y efectivas para proporcionar apoyo psicológico
y social a estas personas. Al mismo tiempo, es necesario implementar políticas
efectivas para encontrar soluciones alternativas a la etapa final del proceso
de desalojo de viviendas.
Referencia:
Robles-Ortega, H., Guerra, P.,
González-Usera, I., Mata-Martín, J.L., Fernández-Santaella, M.C.,
Vila, J., Bolívar-Muñoz, J., Bernal-Solano, M., Mateo-Rodríguez, I. y
Daponte-Codina, A. (2017). Post-Traumatic
Stress Disorder Symptomatology in People affectedby Home Eviction in Spain. The Spanish Journal of Psychology,
20, e57.
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