lunes, 31 de julio de 2017

tic tac decisional

Las decisiones cambian en función del horario

Según científicos del CONICET que analizaron el desempeño de 99 ajedrecistas en más de un millón de partidas online, a la mañana se decide de manera más precisa pero más lenta. Y a la tarde y la noche, esa relación se invierte
Agencia CyTA-Instituto Leloir/DICYT ¿Cambia la manera de decidir a lo largo del día? ¿Modula nuestro reloj biológico, directa o indirectamente, la actividad de las neuronas que participan a la hora de elegir una u otra opción?
Para comenzar a responder esas preguntas, científicos del CONICET de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), de la Universidad Torcuato di Tella (UTDT) y de la UBA, analizaron más de 40 millones de decisiones tomadas por 99 ajedrecistas en un millón trescientos mil partidas. Para ello, emplearon como base de datos un sitio internacional para jugar al ajedrez online de acceso libre y gratuito (Free Internet Chess Server, www.freechess.org).
“Nuestros resultados demuestran que la manera en que decidimos cambia a lo largo del día. A la mañana las decisiones son más precisas pero más lentas, mientras que a la tarde y noche, son más rápidas pero menos precisas”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la autora principal del trabajo, la doctora María Juliana Leone, investigadora de la UNQ y de la UTDT.
Leone agregó que las variaciones diarias en el tiempo y calidad de las decisiones no se transforman en variaciones diarias en el rendimiento. “Los individuos cambian la estrategia utilizada en distintos momentos del día sin que esto afecte la eficiencia del proceso”, dijo.
Tal como se describe en la revista “Cognition”, los autores del estudio contactaron a los jugadores y les solicitaron que completasen un cuestionario estándar para identificar quiénes tienen hábitos más diurnos o nocturnos. “Las diferencias entre el tiempo utilizado a la mañana y a la tarde son mayores para las personas con preferencias matutinas”, destacó Leone, que además de ser doctora en ciencias básicas y aplicadas fue campeona argentina en las categorías sub20 y sub18 femenino, subcampeona panamericana en la categoría sub20 femenino y es maestra internacional femenina de ajedrez.
¿Cómo podría el reloj biológico influir en la calidad y velocidad de las decisiones? “Una posibilidad es que module directa o indirectamente los niveles de actividad neuronal en una región del cerebro (los ganglios basales) que regula el umbral de decisión y que sabemos que tiene variaciones a lo largo del día”, respondió Leone. Por ejemplo, podría ejercer un efecto sobre las concentraciones de cortisol y otras hormonas.
La aplicación futura más importante de éste y futuros estudios “es que cada individuo o la sociedad en general podría beneficiarse ordenando sus actividades diarias de manera de tomar decisiones importantes en el momento del día que sea más adecuado, teniendo en cuenta si conviene priorizar el tiempo o la calidad de decisiones involucradas”, concluyó la investigadora.

Leone trabaja en los laboratorios de Cronobiología de la UNQ y Neurociencia de la UTDT, liderados respectivamente por los doctores Diego Golombek y Mariano Sigman, quienes también son autores del trabajo. También participó del avance el doctor Diego Fernández Slezak, del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

de psiquiatria.com

lunes, 24 de julio de 2017

toxicidad laboral

Los jefes tóxicos son malos para la salud de sus empleados


Las personas que trabajan para los jefes que muestran rasgos psicopáticos y narcisistas no sólo se sienten más deprimidas por culpa del comportamiento de intimidación de sus superiores, sino que también son más propensas a participar en comportamientos indeseables en el trabajo.
Estos son los hallazgos clave de un equipo de investigación de la Escuela de Negocios de la Universidad de Manchester, en Reino Unido. La investigadora principal, Abigail Phillips, presenta los resultados del trabajo en la Conferencia Anual de la División de Psicología Ocupacional de la Sociedad Británica de Psicología, que se celebra en Liverpool.
Un total de 1.200 participantes participaron en tres estudios que requerían completar cuestionarios relacionados con su propio bienestar psicológico, la prevalencia de acoso laboral en su empresa y la personalidad de su gerente. Los participantes eran trabajadores de una variedad de industrias a través de varios países diferentes.
El análisis de los datos mostró que aquellos que trabajan para jefes que muestran esos rasgos tenían menor satisfacción en el trabajo y una puntuación más alta en una medida clínica de la depresión. Además, sólo estaba afectado el bienestar de los empleados, sino que se registraron más incidentes de comportamientos contraproducentes en el trabajo y acoso laboral.
La doctora Phillips subraya: “En general, la imagen es clara de que tener jefes con muchos rasgos oscuros puede ser negativo para las entidades. Aquellos con altos niveles de psicopatía y narcisismo tienen un fuerte deseo de poder y a menudo carecen de empatía. Esta combinación tóxica puede resultar en estas personas que se aprovechan de otras, apuntándose los tantos de su trabajo, siendo demasiado críticos y generalmente comportándose agresivamente. En otras palabras, los líderes con alto nivel de psicopatía y narcisismo son más propensos a ser agresores”.

“La intimidación en el lugar de trabajo es obviamente desagradable para la persona a la que se le somete, pero también crea un ambiente de trabajo tóxico para todos los involucrados. En resumen, los jefes malos, con elevados niveles de psicopatía y narcisismo, tienen empleados infelices e insatisfechos que buscan desquitarse en la compañía”, concluye.

de psiquiatria.com

lunes, 17 de julio de 2017

resaca emocional

Las personas pueden sufrir “resaca emocional”

Las experiencias emocionales pueden inducir estados fisiológicos e internos del cerebro que persisten durante largos periodos de tiempo después de que los eventos emocionales hayan terminado, según un equipo de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos. Este estudio, que aparece en la revista ‘Nature Neuroscience’, también muestra que esta “resaca emocional” influye en cómo atendemos y recordamos las experiencias futuras.
“Cómo recordamos los eventos no es sólo una consecuencia del mundo externo que experimentamos, sino que también está fuertemente influenciado por nuestros estados internos, y estos estados internos pueden persistir y cambiar las experiencias futuras”, explica la autora principal del estudio, Lila Davachi, profesora asociada en el Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York y del Centro de Ciencias Neurales.
“La ‘emoción’ es un estado de ánimo –continúa Davachi–. Estos hallazgos ponen de manifiesto que nuestra cognición está muy influenciada por las experiencias anteriores y, específicamente, que los estados cerebrales emocionales pueden persistir durante largos periodos de tiempo”.
Se sabe desde hace bastante tiempo que las experiencias emocionales se recuerdan mejor que las no emocionales. Sin embargo, en este nuevo trabajo los investigadores demostraron que las experiencias no emocionales que siguieron a las emocionales también se recordaron mejor en una prueba de memoria posterior.
Para ello, los sujetos vieron una serie de imágenes con contenido emocional y que estimulaban la excitación. Aproximadamente entre 10 a 30 minutos después, un grupo también vio una serie de imágenes de escenas no emocionales y corrientes. Otro grupo de sujetos vio las escenas no emocionales primero seguidas por las emocionales.
Se controlaron tanto la excitación fisiológica, medida en la conductancia de la piel, y la actividad cerebral, utilizando imagen por resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés), en ambos grupos de sujetos. Seis horas más tarde, se realizó a los sujetos una prueba de memoria sobre las imágenes vistas anteriormente.
Los resultados mostraron que los sujetos que fueron expuestos primero a los estímulos evocadores de emociones tuvieron un mejor recuerdo a largo plazo de las imágenes neutrales presentadas posteriormente en comparación con las personas que vieron primero las imágenes neutrales antes de las emocionales.
Los resultados de la fMRI indicaron una explicación para este resultado: los estados cerebrales asociados con experiencias emocionales se prolongaron durante entre 20 y 30 minutos e influyeron en la forma en que los sujetos procesaron y recordaron experiencias futuras que no son emocionales. “Vimos que el recuerdo de las experiencias no emocionales es mejor si se encuentran después de un evento emocional”, concluye Davachi.

de psiquiatria.com

lunes, 10 de julio de 2017

si la música no te da más, vigila tus conexiones cerebrales

La indiferencia ante la música se debe a desconexiones cerebrales

El dinero, el sexo, las drogas y el rock and roll estimulan la liberación de dopamina en distintas áreas del cerebro, lo que provoca sensación de placer. A este circuito se le llama sistema de recompensa.
Desde hace tiempo se conoce la existencia de la anhedonia, que es la incapacidad que manifiestan algunas personas para experimentar emociones positivas. La anheonia constituye uno de los síntomas de la depresión, aunque puede estar presente también en algunos casos de demencia como el Alzheimer o el trastorno esquizoide de la personalidad.
La anhedonia musical es una manifestación específica de esta incapacidad. Las personas que la padecen pueden estar totalmente sanas desde el punto de vista médico y emocional, pero escuchar música les deja indiferentes. La anhedonia musical afecta entre al 3% y el 5% de la población.
Según un estudio publicado en PNAS, del que se informa en un comunicado, arroja nueva luz sobre la anhedonia.  Reunió a  45 voluntarios, divididos entre hiperhedonistas, anhedónicos y personas normales en cuanto a sus emociones, con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la anhedonia.
Además de ponerles música, en esta ocasión se invitó a los participantes a jugar al póker. El estudio descubrió que las personas anhedónicas a la música son sensibles a los juegos relacionados con dinero. Además, constató en ellas una escasa conectividad funcional entre la zona del cerebro relacionada con las informaciones sonoras y las zonas de la recompensa, tal como se había descubierto en 2013. Pero esta escasa conectividad no se producía cuando jugaban al póker.
Para los investigadores, la reducción de estas interacciones es la que provoca una falta de respuesta afectiva ante la música, lo que implica que las personas anhedónicas sufren un déficit de relaciones funcionales entre las regiones cerebrales que tratan la información auditiva y los centros de gratificación del cerebro, sólo cuando oyen música.
De este estudio se desprenden al menos cuatro conclusiones básicas: primero, que la anhedonia musical se produce porque en las personas que la padecen decaen las conexiones entre la zona del cerebro que gestiona los sonidos y el sistema de recompensa, lo que impide que sientan ningún tipo de placer o emoción al escuchar música.
La segunda conclusión que se desprende de estos estudios es que los circuitos cerebrales relacionados con el placer de escuchar música son específicos, propios de cada persona. Es decir, que no hay una conexión universal en toda la especie que permita a cualquier persona disfrutar oyendo música. Hay personas que no lo sienten así porque esos circuitos cerebrales no se activan en las personas con anhedonia musical.
La tercera conclusión es que la ausencia de conexiones entre la percepción de la música y la generación de emociones positivas no impide a las personas que padecen anhedonia la capacidad de clasificar la música, ya que pueden decir si una canción es triste o alegre aunque no sientan nada al oírla.
Por último, una cuarta conclusión establece que las personas que padecen anhedonia musical pueden alegrarse cuando ganan dinero jugando al póker, lo que significa que padecer anhedonia musical no impide disfrutar de otros placeres de la vida a las personas insensibles a la música.
Para los investigadores, estas conclusiones allanan el terreno para un estudio más detallado de los sustratos neuronales que están en la base de cualquier tipo de anhedonia. Todo ello permite comprender mejor, según los investigadores, la variabilidad individual en el funcionamiento del sistema de recompensa y ayuda en consecuencia elaborar mejores terapias para tratar la depresión, la apatía e incluso la toxicomanía.

de psiquiatria.com

lunes, 3 de julio de 2017

perfil histórico-psicológico de Wonder Woman

A pesar de las críticas que ha recibido la película que acaba de estrenarse, debido en parte a que al parecer el personaje mejor dibujado y con los mejores diálogos es el hombre, resulta mucho más que interesante saber porqué esta heroína sigue siendo importante.


Por qué 'Wonder Woman' es la primera superheroína que busca la igualdad entre hombres y mujeres
Elisa McCausland nos explica las claves que hacen de este personaje de cómic "una jinete del Apocalipsis" que derriba los cimientos de las estructuras para reconstruirlas desde cero.

La superproducción sobre Wonder Woman, que se estrenó en nuestro país el pasado 23 de junio, no supone un acontecimiento solo por ser la primera película con superheroína como protagonista absoluta que llega a los cines desde que Iron Man y El caballero oscuro dieron origen en 2008 el boom del género en la gran pantalla. Tampoco por tratarse de la primera que se concreta a partir del respeto absoluto por las características de un personaje, y no en base al renombre o el físico de una actriz. La Wonder Woman que ha dirigido Patty Jenkins es revolucionaria, sobre todo, por prorrogar una idea de lo heroico que ni siquiera el cómic se ha atrevido a explorar en profundidad: la de que no existe superpoder más urgente, necesario, subversivo, que el feminismo.

Así lo entendió al menos el psicólogo estadounidense William Moulton Marston cuando ideó a Wonder Woman en diciembre de 1941 para la editorial All-American Publications, predecesora de la actual DC Comics. Nos hallamos en la Edad de Oro del comic book, los tebeos con aventuras independientes respecto de las publicadas en la prensa de la época. También, en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial: Superman ha nacido tres años antes, y es el punto de fuga de una popularización del cómic como nunca se ha producido y nunca volverá a producirse, así como de una equiparación del superhéroe con lo propagandístico. Wonder Woman no escapa al contexto bélico, pero la intención prioritaria de William Marston pasa por hacer de ella una agente del feminismo, lo que sucede durante los seis primeros años de su publicación, en los que es escrita por él e ilustrada por H.G. Peter, que dotará a la imagen del personaje del encanto propio del art nouveau, el descaro de lo pulp, y una codificación pin up.

Antes de Wonder Woman habían existido superheroínas de características más o menos incómodas para lo acostumbrado en el medio: The Woman in Red, Fantomah, Miss Fury… Pero Diana, princesa nacida de la arcilla que, cuando conoce al militar norteamericano Steve Trevor, viaja al mundo del hombre desde Ia Isla Paraíso en que ha residido con sus hermanas amazonas, es la primera con una agenda explícita: la de difundir y practicar una igualdad real entre hombres y mujeres que, en muchas ocasiones, pasa por hacer justicia mucho más allá de lo que espera el orden establecido. Superman hace el bien para devolver su statu quo a un sistema que valora como esencialmente correcto. En cambio, Wonder Woman lucha para cuestionar ese statu quo, al estimar, con razón, que no es justo para la mitad de la especie humana. En este sentido, es una jinete del Apocalipsis, entendida dicha figura alegórica como derribo hasta los cimientos de las estructuras y su reconstrucción desde cero.

Con la ayuda esencial de sus dos compañeras, Elizabeth Holloway y Olive Byrne, Marston conforma a Diana a partir de los ideales del sufragismo, la mitología amazónica y el activismo a favor de los derechos de las mujeres sobre su propio cuerpo, defendido por las activistas Ethel Byrne y Margaret Sanger. Cada aventura de Wonder Woman, cada comic book, trae consigo una proclama feminista, una nueva aventura, otro despertar. Sin embargo, cuando Marston fallece en 1947, el personaje es desnaturalizado presa de los años cincuenta, época marcada en Estados Unidos por la Guerra Fría, el conservadurismo, y el Comics Code, el código de autocensura en el mundo del cómic formulado por la industria como defensa ante la publicación del libelo contra los tebeos La seducción de los inocentes (1954), del psiquiatra Fredric Wertham. Es la primera de las muchas mutaciones que ha vivido Wonder Woman a lo largo de sus 75 años de existencia, siempre sujeta a aquellos requerimientos de la industria cultural y el clima sociopolítico en los que han transcurrido sus historietas. Existen, por fortuna, hitos suficientes como para que, a fecha de hoy, se siga considerando a la superheroína el mayor icono feminista gestado en el ámbito de la cultura popular: su icónica aparición en la portada del primer número de la revista Ms. (1972), fundada por las feministas de segunda ola Dorothy Pitman Hughes y Gloria Steinem; su influencia en toda una generación de mujeres al protagonizar entre 1975 y 1979 su propia serie de televisión, interpretada por Lynda Carter; y su reboot por el guionista y dibujante George Pérez entre 1987 y 1992, la configuración más influyente desde entonces para el fandom.

A pesar de los cambios en las manifestaciones de la superheroína, en Diana siempre han prevalecido el uso defensivo, dialéctico, de sus armas —brazaletes, lazo de la verdad—, que son reflejo de una actitud pacificadora y razonable a la hora de resolver los conflictos, así como un empoderamiento como mujer que antepone a cualquier otra consideración. También han perdurado, a pesar de las múltiples variaciones del mito, amigos y enemigos, algunos de los cuales juegan un papel fundamental en la película de Patty Jenkins: el amante y camarada Steve Trevor, la compañera de aventuras Etta Candy, el ambiguo Doctor Poison… todos ellos han contribuido a dar forma a un imaginario que ha materializado los principios de Simone de Beauvoir acerca de que "el asunto no reside en que las mujeres arrebaten a los hombres el poder de las manos, porque eso no cambiaría nada; el desafío estriba en arrasar con las nociones establecidas de poder".

Si Wonder Woman tuvo antecesoras que prefiguraron sus atributos, que intuyeron aquello que estaba por venir, no han faltado personajes posteriores de cómic que han recogido su testigo revolucionario, emancipador. Aunque, a diferencia de la amazona, nacida libre, en la mayor parte de los casos sus sucesoras han sido creadas en marcos restrictivos, en los que su rol inicial ha tenido que ver sobre todo con la frustración o la erótica de la excepción. Las aventuras más inspiradoras de Batwoman, Promethea o la Capitana Marvel han sido precisamente aquellas en las que autoras y autores, concienciados en mayor o menor medida con el feminismo, las han sometido a un despertar, han hecho del mayor enemigo al que debían combatir su programación de género.
Pero la pregunta que surge de inmediato es, ¿precisan nuestros tiempos de la superheroína en general, y de Wonder Woman en particular? Para el artista David López (Las Palmas, 1975), no cabe duda, ya que "la superheroína no se mide tanto por sus logros épicos como por sus logros éticos". López, que desde sus primeros pasos en la industria del cómic ha manifestado una predilección por las superheroínas, concibe el arquetipo moderno de las mismas separado de herencias como las de los mitos griegos. Dibujante de cabeceras como Fallen Angel, Catwoman, Capitana Marvel o Lobezna, acaba de publicar en la plataforma Panel Syndicate el primer número de la serie Blackhand Ironhead, cómic protagonizado por dos jóvenes cuyo legado familiar parece haberlas marcado en la concepción misma de su identidad; una batalla, la de los códigos heredados y la diversidad en la representación, con la que parecen estar lidiando muchos artistas de esta generación vinculados al mainstream. Cuando le preguntamos a López cómo sería su superheroína ideal a la luz de Blackhand Ironhead, confiesa estar muy centrado en el estudio de los mecanismos de la narrativa, "así que tengo todos mis valores en revisión; observo a los personajes desde un punto de vista de utilitarismo narrativo, y así no hay mito que se sostenga. Ahora bien, en la construcción de los personajes que he afrontado como dibujante, es más comprensible mi discurso".

López destaca en todo caso como "superheroína ideal" a la Capitana Marvel (Carol Danvers); desde su punto de vista, es "la encarnación más clásica del mito del superhéroe americano: una militar que recibe sus dones mientras intenta salvar al otro en apuros, en este caso, el Capitán Marvel. Carol Danvers se iguala en poderes a Superman, el superhéroe clásico por excelencia, con la diferencia de que Danvers es fruto de nuestros tiempos, pues, al recibir sus poderes, también se empodera como mujer".

Carol Danvers ha sido maltratada desde sus orígenes por guionistas que nunca supieron muy bien qué hacer con un personaje concebido como feminista desde el nombre código, Ms. Marvel, y que Chris Claremont transformaría en diosa, Binaria, como fórmula para rescatarla de una indefinición que, aún así, la perseguiría hasta bien entrado el siglo XXI. Pero si este personaje ha llegado a adquirir auténtica relevancia en el imaginario superheroico, hasta el punto de protagonizar película en 2019 con los rasgos de Brie Larson, se debe a la llegada de la guionista Kelly Sue Deconnick a su cabecera en 2012. La intención de Deconnick era hacer de Danvers la Wonder Woman de la editorial Marvel: recuperación de la herstory del personaje, cambio de nombre —de Ms. Marvel a Capitana Marvel—, y uniforme renovado para darle brío a una superheroína que será presentada en sociedad en la siguiente entrega de la saga cinematográfica de Los Vengadores.

En estas ampliaciones del campo de batalla simbólico para la superheroína, no deja de ser significativo que Javier Rodríguez (Oviedo, 1972), dibujante de Spider-Woman y Doctor Extraño, coincida con López en entenderla desde el compromiso con la sociedad: "La superheroína ideal sería aquella que obviamente se moviera por el desinterés para ayudar a los demás". El reto para Rodríguez es concebir el heroísmo en un escenario de convivencia entre lo cotidiano y lo extraordinario, algo que ha explorado, junto al guionista Dennis Hopeless, en la cabecera Spider-Woman: Jessica Drew concilia embarazo y crianza con su compromiso superheroico, un hito destacable para una cabecera mainstream. Perdura en Jessica, en todo caso, la idea de la superheroína como cuidadora, como sujeto de acción volcado en la sociedad, lo que tiene sus riesgos si contrastamos estas representaciones con aquellas que apreciamos en los superhéroes. Y es que, mientras estos continúan adscribiéndose, por tradición, a una ética justiciera individualista, a la superheroína se la percibe todavía asignada a una ética del cuidado, por lo que corre el riesgo de seguir atrapada en ciertos roles a pesar de modulaciones expresivas y sofisticaciones en los discursos que aspiran a superarlos.

Lo que no le resta importancia a que, tanto la Capitana Marvel como Spider-Woman, amigas en la ficción, hayan marcado el paso de la renovación de sentidos para la superheroína, cuyas posibilidades creativas y políticas aún son muchas: el gender bending (cambio de género) puesto de moda por Jason Aaron a partir de Thor, diosa del trueno; la vigorización de los cuerpos asignados a la mujer hasta el punto de perdernos en la ambigüedad de las formas, como ocurre en Glory, de Joe Keatinge y Sophie Campbell; o la apuesta por el humor y la astracanada como herramienta crítica en personajes como Harley Quinn, que visibiliza las estructuras establecidas que atraviesan las ficciones superheroicas, y, por ende, nuestra sociedad.

Natacha Bustos (Eivissa, 1981), por su parte, dibujante de Moon Girl y Dinosaurio Diabólico —cómic protagonizado por Lunella Lafayette, una genio preadolescente con poderes especiales— concibe a la superheroína como "toda aquella que, liberada de cualquier tipo de control o yugo, escoge su propia manera de ayudar a los demás, a la vez que, en el trayecto, se va conociendo a sí misma". En esta idea hay dos puntos de vista capitales para entender el potencial subversivo de la superheroína. El primero, la intuición de que ella misma puede ser parte de un sistema en el que no podrá desarrollarse como sujeto de acción si antes no es consciente de aquello que la constituye; y segundo, que su aventura está vinculada a ese conocimiento de sí misma para poder transformar el entorno.

Es por eso que podemos concebir a muchas de las que fueron, y son consideradas, desobedientes —espías, villanas, ladronas, asesinas—, las superheroínas feministas de nuestro tiempo. Personajes como Elektra, la Viuda Negra o Lobezna, cuya heroicidad radica en ser "otra cosa", y no aquello para lo que han sido entrenadas; personajes que batallan consigo mismas por la propia libertad, pero que también luchan por la de sus compañeras. En este registro, es de justicia incluir a niñas que se resisten a la programación, como Lunella Lafayette-Moon Girl, o Hit-Girl, de la saga Kick-Ass (Mark Millar/John Romita Jr.). Cada una en su estilo, ambas combaten el difícil proceso de convertirse en una chica desafiando los cánones de aquello que entendemos por normalidad.

Elisa McCausland es autora del ensayo Wonder Woman. El feminismo como superpoder (Errata Naturae)


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