Nuestro estado de ánimo modifica el
sabor de los alimentos que comemos.
Un estudio de la Universidad de Granada
y la
Pontificia Uni
versidad Católica de Argentina ha desvelado que el estado psicológico modifica el sabor de los alimentos que comemos. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Food Quality and Preference.
versidad Católica de Argentina ha desvelado que el estado psicológico modifica el sabor de los alimentos que comemos. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Food Quality and Preference.
Los autores han
demostrado que, frente a la estabilidad que se le presupone a las preferencias
alimentarias adquiridas, las respuestas afectivas y el valor de recompensa
de alimentos como el café, el chocolate, la cerveza o el zumo de pomelo parecen
sufrir variaciones en función, por ejemplo, de si nos sentimos estresados,
tenemos hambre o estamos preocupados por nuestro peso.
El estudio indica, por
ejemplo, que en aquellas personas que consumen habitualmente alimentos amargos,
el estrés reduce la aversión al sabor amargo del café, mientras que el
chocolate produce un mayor rechazo tras incrementar la preocupación por el peso
corporal.
En el trabajo
participaron de 59 adultos que fueron divididos en dos grupos: aquellos que
consumían productos amargos habitualmente y los los que no.
Todos
ellos tuvieron que saborear muestras de alimentos amargos bajo diferentes
estados motivacionales que los investigadores les habían inducido mediante
imágenes. Durante la prueba, además, se emplearon índices afectivos
derivados del análisis de expresiones faciales e indicadores del deseo de
consumir a partir de respuestas de aproximación / evitación.
Como
explica David García-Burgos, investigador del grupo de Neuroplasticidad y
Aprendizaje de la UGR
y director del estudio, “estos hallazgos revelan por primera vez no sólo la
implicación de los componentes afectivos-gustativos en la superación del
rechazo innato al sabor amargo, sino también cómo nuestros estados psicológicos
repercuten en el sabor de la comida que ingerimos”.
Dado que la modulación
del valor de recompensa del sabor de los alimentos por estados motivacionales
es una vía importante en la regulación de la conducta alimentaria, “este
trabajo supone un paso más en la comprensión de los mecanismos implicados en la
selección de productos amargos”, señala el autor.
Además, añade, estos
resultados “son especialmente importantes en la medida en que las preferencias
y consumo de alimentos amargos, como verduras y frutas, se promueven como una
estrategia para hacer frente a la epidemia de la obesidad y promocionar las
dietas saludables”.
De psiquiatria.com
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