martes, 28 de febrero de 2017

cerebro viral

El cerebro revela el truco de las noticias virales

Compartir en redes activa la recompensa sobre la propia imagen y los vínculos sociales

Al día se comparten más de 4.000 millones de mensajes en Facebook, 500 millones de tuits y 200.000 millones de correos electrónicos. En todo ese formidable flujo de información, algunos asuntos son ganadores universales: los temas y noticias virales, aquellos que se comparten masivamente. Un equipo de investigadores ha tratado de profundizar en el conocimiento sobre la viralidad de las noticias escrutando el cerebro de unos cuantos humanos. El resultado de su trabajo es que la viralidad no depende tanto del contenido de la noticia sino de nosotros mismos: de la imagen que queremos vender a los demás y de cómo va a ayudar a fortalecer nuestros vínculos con los demás.
Para entender el funcionamiento del cerebro ante las noticias virales, los investigadores de la Universidad de Pensilvania realizaron dos experimentos con 80 sujetos a los que mostraban noticias de The New York Times, uno de los diarios más relevantes y de mayor circulación en redes sociales. En concreto les enseñaron noticias de salud del diario neoyorquino, escogidas entre las que más se compartieron, según los registros del propio periódico. Les dejaban leer el titular y un resumen de la noticia y les preguntaban si querrían leerla entera o compartirla de forma pública o privada con sus amistades de Facebook.
Los investigadores observaron que durante el experimento se activaban las regiones el cerebro que corresponden con dos procesos mentales bien localizados. Por un lado, el pensamiento sobre uno mismo, que aquí se podría entender como la imagen que compartir esa noticia podría dar sobre el propio sujeto. "La evidencia sugiere que las cuestiones auto-relevantes están entre los temas de conversación más frecuentes, especialmente en los medios sociales, y que revelar información sobre el yo puede ser inherentemente gratificante",explican los autores en su estudio, publicado en PNAS. "A través de este mecanismo neuronal, las expectativas de obtener resultados positivos sobre uno mismo al compartir [la noticia] aumentan el valor percibido del intercambio de información, lo que a su vez incrementa la probabilidad de compartirla", añaden.
Por otro lado, en estos experimentos observaron que también se ponía en funcionamiento la región en la que el cerebro trabaja para entender en qué están pensando los otros. Según explican en el estudio, quien pretende compartir una noticia debe considerar qué hay en la mente de los demás, sus conocimientos, opiniones e intereses, para predecir las posibles reacciones de su audiencia. "Este tipo de cognición social implica pronósticos acerca de los estados mentales de otros, por ejemplo, predecir lo que los demás puedan pensar y sentir acerca de la información compartida y de quien la comparte", aseguran. De este modo, al publicar algo en nuestro muro nos exponemos al juicio de los demás haciendo una apuesta y una profecía: esto les gustará y ayudará a mejorar nuestros lazos comunes y lo que piensan sobre nosotros.
Además, el resultado del experimento fue que las noticias que más activaron estas regiones cerebrales coincidían a su vez con las informaciones que consiguieron mayor impacto en redes sociales, compartidas miles de veces según los datos de The New York Times.
"La gente está interesada en leer o compartir contenidos que conectan con sus propias experiencias, o con su sentido de quiénes son o quiénes quieren ser", asegura Emily Falk, responsable del trabajo y directora del laboratorio de neurociencia, en una nota de la Universidad de Pensilvania. Y añade: "Comparten cosas que pueden mejorar sus relaciones, hacer que parezcan inteligentes o empáticos o mostrarles bajo una luz positiva".
En el caso de las noticias virales, funcionarían a la vez varios fenómenos que ya se conocían previamente, como que una de las cosas que más satisfacción causa es la de compartir información sobre nosotros mismos, tanto en redes sociales como en interacciones convencionales. También sabíamos que las personas más persuasivas, las que consiguen que cale mejor su mensaje, son aquellas que tienen más desarrollada esa facultad de ponerse en el lugar de los otros, de aventurar lo que hay en su mente.
Los autores del estudio reconocen que puede ser muy distinto lo que es personalmente relevante y útil para compartir entre diferentes sujetos, pero que "las sociedades humanas se caracterizan por un conjunto de valores comunes básicos y normas sociales que impulsan la conducta entre los individuos". En consecuencia, concluyen, no es raro que haya muchas noticias que puedan ser percibidas por muchos como una información con mucho valor, tanto para la imagen personal como para el sentido de la pertenencia al grupo.


De elpais.com

lunes, 20 de febrero de 2017

inteligencia y sensibilidad a la violencia

Las imágenes violentas generan un peor impacto en los niños más inteligentes

Las imágenes violentas en los medios de comunicación, como las noticias sobre los atentados terroristas ocurridos en las últimas semanas o la violencia en dibujos animados, generan un peor impacto en los niños más inteligentes y merman sus capacidades, según revela un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Duke (EEUU), la Universidad de Fatih (Turkía) y la Universidad de Ohio (EEUU).

Los investigadores Jonathan Wai, Yakup Çetin, Cengiz Altay y Brad J. Bushman tomaron una muestra de 74 niños de diez años muy inteligentes (con una puntuación igual o superior a 130) y otros 70 con un cociente intelectual menor, para examinar cómo influye la exposición a la violencia en los medios de comunicación en cada uno de los dos grupos.

Los menores fueron expuestos a dos tipos de vídeos, uno con acciones violentas y otro sin ellas. Además, antes y después de ver cada uno de los vídeos, cada uno de los alumnos fue sometido a un examen verbal que consistía en generar en un minuto el mayor número de palabras a partir de una serie de letras.

La investigación, publicada recientemente en Gifted Child Quarterly y en la web ‘The Conversation’, muestra que los niños con un coeficiente intelectual más alto generaron un mayor número de palabras que los menos inteligentes en el test previo, pero después de ver el vídeo con acciones violentas produjeron menos.

Por su parte, aquellos menores más inteligentes a los que se mostraron unos dibujos sin escenas violentas, superaron en número de palabras al otro grupo de estudiantes tanto antes como después de ver el vídeo.
Por ello, los autores del estudio concluyen que las habilidades de los niños se ven mermadas cuando son expuestos a imágenes violentas, especialmente, aquellos más inteligentes. En cualquier caso, también apreciaron un descenso, aunque menor, de las capacidades en los niños menos inteligentes.

“La violencia en los medios impacta a todos los niños en general, pero nuestro estudio revela que este impacto negativo se amplifica en el caso de los estudiantes más inteligentes”, subrayan.

MENOS MEMORIA Y ATENCIÓN
Ahora, su objetivo es hallar las razones de este “sorprendente descubrimiento”. Entre otras, los investigadores apuntan que la mayor sensibilidad de los niños más inteligentes puede generar en ellos más ansiedad ante fenómenos violentos en los medios y esto, a su vez, puede provocar que disminuya su capacidad de memoria así como su atención.
Estos datos, según indican, tienen implicaciones para los padres, educadores y políticos que “deben conocer que la violencia en las pantallas puede tener consecuencias negativas para los pequeños”, entre ellas, una merma de sus capacidades intelectuales, pesadillas y otros problemas del sueño. Precisamente, un reciente informe de la Academia Americana de Pediatras recomendó a los padres prestar atención a la “dieta” de consumo de programas de sus hijos.

De psiquiatria.com

lunes, 13 de febrero de 2017

cuenta con ellos para pasar miedo

Los amigos más cercanos influyen en los miedos de los niños

Una nueva investigación dirigida por la Universidad de East Anglia (UEA), en Norwich, Norfolk, Inglaterra, muestra que los amigos cercanos pueden influir en cómo los niños en edad escolar piensan acerca del peligro. El estudio analizó si los amigos próximos afectan a las respuestas de miedo de los demás, tanto en términos de creencias como de lo que harían para evitar un potencial peligro.
Los resultados, publicados en la edición de diciembre de la revista ‘Behaviour Research and Therapy’, muestran por primera vez que los niños con estrecha amistad exhiben patrones similares de pensamientos relacionados con el miedo y que influyen en los temores de cada uno al discutir estos temas juntos.
Es bien sabido que los miedos son comunes en los niños y aunque estos suelen disminuir con el tiempo, algunos niños desarrollan temores significativos que pueden interferir con su vida cotidiana. Fobias específicas son la forma más común de ansiedad infantil y si no se tratan, pueden continuar en la edad adulta.
Aunque algunos miedos de la niñez pueden explicarse por la herencia genética de un niño, existen pruebas considerables de que los temores de los niños se ven afectados por el aprendizaje directo y la información que reciben de otros, por ejemplo, de sus padres. Este trabajo sugiere que la transmisión de los temores, así como las ideas sobre cómo comportarse en situaciones de miedo, también podría ocurrir en otras relaciones cercanas, como las de los amigos.
La autora principal, la doctora Jinnie Ooi, quien realizó la investigación como parte de su doctorado en la Escuela de Psicología de la UEA, señala que los hallazgos podrían tener implicaciones prácticas para los profesionales que trabajan con niños, por ejemplo, los que están siendo tratados por trastornos de ansiedad.
“Nuestros resultados indican que los amigos cercanos pueden compartir pensamientos negativos y, en cierta medida, pueden mantener esos pensamientos –dice Ooi, asociado de investigación senior–. Esperemos que con este conocimiento podamos ser capaces de diseñar intervenciones en las que los amigos cercanos puedan ayudar a cambiar los pensamientos de sus amigos durante la terapia”.
“También puede ser beneficioso pedir a los niños que están siendo tratados por trastornos de ansiedad para identificar si tienen amigos que pueden estar influyendo o respaldando sus pensamientos negativos, y posteriormente puede ser útil para que se les den estrategias para discutir estos pensamientos con sus compañeros de una manera flexible”, añade.
Los pensamientos de miedo no siempre se vuelven más negativos
Un hallazgo importante es que los pensamientos relacionados con el miedo de los niños no necesariamente se vuelven más negativos cuando los niños discuten sus temores con amigos cercanos que están más ansiosos. Los autores dicen que este descubrimiento apoya el uso de la terapia de grupo y puede resultar información útil para los padres preocupados por que la exposición a niños más ansiosos dentro de la terapia en grupo pueda aumentar la ansiedad de su hijo.
Los resultados de la investigación también plantean que las intervenciones en la escuela destinadas a reducir la ansiedad en niños en edad escolar primaria podrían formar a parejas de amigos cercanos a discutir y resolver sus preocupaciones de manera positiva entre sí.
El estudio incluyó a 242 niños de escuela británicos (106 niños y 136 niñas), de edades comprendidas entre los 7 y los 10 años, que completaron cuestionarios para medir sus pensamientos de ansiedad y temor. Luego, se les mostraron fotografías de dos marsupiales australianos –el Cuscus y el Quoll– que les eran desconocidos.
Se leyeron dos versiones de información sobre los animales, una ambigua y otra que las describió como amenazantes, después de lo cual se evaluaron sus respuestas de miedo hacia cada animal. A continuación, parejas de amigos cercanos (40 pares de chicos, 55 pares de chicas y 26 pares de chicos y chicas) discutieron sobre sus sentimientos acerca de los animales, y se midieron de nuevo sus respuestas de miedo.
Se les dio un mapa que mostraba un recinto con la ubicación de los animales, pidiéndoles que dibujaran una cruz en el camino para mostrar dónde les gustaría estar en el recinto, con el comportamiento de evitación medido mediante la distancia de la cruz al animal. Después de completar todas las tareas los niños recibieron información real sobre el Cuscus y el Quoll y se les mostró un breve vídeo sobre cada uno de ellos.
Los resultados revelaron que los niños influyeron en los pensamientos del otro después de la discusión: desde que se les dio la información sobre los animales hasta la discusión sus respuestas ante el miedo se volvieron más similares y las respuestas frente al miedo de los amigos cercanos durante la fase de información predijeron significativamente las respuestas de miedo de los niños en el debate.
Los niños en parejas de chico-chico mostraron un aumento significativo en las respuestas al miedo después de la discusión; su nivel de miedo se volvió más en línea con el de otros pares del mismo género para esa tarea, mientras que en las parejas de niñas y niñas hubo una disminución significativa en sus ideas de miedo, al menos cuando se les proporcionó información amenazante. Las diferencias en el nivel de ansiedad entre amigos cercanos no afectaron al cambio en las respuestas de miedo con el tiempo.
De psiquiatria.com


lunes, 6 de febrero de 2017

para gustos, colores... no, estados de ánimo

Nuestro estado de ánimo modifica el sabor de los alimentos que comemos.

Un estudio de la Universidad de Granada y la Pontificia Uni
versidad Católica de Argentina ha desvelado que el estado psicológico modifica el sabor de los alimentos que comemos. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Food Quality and Preference.
Los autores han demostrado que, frente a la estabilidad que se le presupone a las preferencias alimentarias adquiridas, las respuestas afectivas y el valor de recompensa de alimentos como el café, el chocolate, la cerveza o el zumo de pomelo parecen sufrir variaciones en función, por ejemplo, de si nos sentimos estresados, tenemos hambre o estamos preocupados por nuestro peso.
El estudio indica, por ejemplo, que en aquellas personas que consumen habitualmente alimentos amargos, el estrés reduce la aversión al sabor amargo del café, mientras que el chocolate produce un mayor rechazo tras incrementar la preocupación por el peso corporal.
En el trabajo participaron de 59 adultos que fueron divididos en dos grupos: aquellos que consumían productos amargos habitualmente y los los que no.
Todos ellos tuvieron que saborear muestras de alimentos amargos bajo diferentes estados motivacionales que los investigadores les habían inducido mediante imágenes. Durante la prueba, además, se emplearon  índices afectivos derivados del análisis de expresiones faciales e indicadores del deseo de consumir a partir de respuestas de aproximación / evitación.
Como explica David García-Burgos, investigador del grupo de Neuroplasticidad y Aprendizaje de la UGR y director del estudio, “estos hallazgos revelan por primera vez no sólo la implicación de los componentes afectivos-gustativos en la superación del rechazo innato al sabor amargo, sino también cómo nuestros estados psicológicos repercuten en el sabor de la comida que ingerimos”.
Dado que la modulación del valor de recompensa del sabor de los alimentos por estados motivacionales es una vía importante en la regulación de la conducta alimentaria, “este trabajo supone un paso más en la comprensión de los mecanismos implicados en la selección de productos amargos”, señala el autor.
Además, añade, estos resultados “son especialmente importantes en la medida en que las preferencias y consumo de alimentos amargos, como verduras y frutas, se promueven como una estrategia para hacer frente a la epidemia de la obesidad y promocionar las dietas saludables”.



De psiquiatria.com