lunes, 3 de marzo de 2014

una máquina para ser otro

Un grupo de investigadores afincados en Barcelona desarrolla una 'máquina para ser otro", una herramienta, basada en los principios de la realidad virtual, que permite experimentar vivencias ajenas y “entrar” en el cuerpo de otra persona.


Danzar con los pies de una bailarina, aun estando en una silla de ruedas; compartir el relato de vida de un inmigrante senegalés que llegó en patera; o saber qué se siente al tener un cuerpo del sexo opuesto… Y todo, sencillamente, poniéndose unas gafas de visión virtual, y gracias a un software desarrollado por BeAnotherLab, un colectivo de investigadores afincados en Barcelona, que desde 2012 trabaja en el proyecto de la “Maquina para ser otro”. “Nació como una herramienta para promover el debate y el dialogo social y ahora estamos adaptándola como un instrumento para experimentos de neurociencia, para crear y medir la empatía social”, relata desde Barcelona, Philippe Bertrand, experto en comunicación y artes digitales, y uno de los cuatro componentes de BeAnotherLab.
Se trata, explican sus creadores, de un proyecto “de bajo coste”, basado en herramientas de desarrollo open source e inspirado en estudios sobre embodiment, empatizar con el otro compartiendo sus experiencias corporales, de instituciones como el Group Ehrsson del Karolinska Institutet de Estocolmo, y de Event Lab, el Laboratorio de Ambientes Virtuales de la Universidad de Barcelona. Una apuesta que, hasta ahora, ha producido tres experimentos de “intercambios de cuerpos”. En dos de ellos hay dos actores que guían a los usuarios en una experiencia basada en una especie de guion narrativo que permite sumergirse en la identidad del otro. “Es el protocolo de interacción que usamos porque para generar la ilusión, la sensación de estar en la piel de otro, en el cerebro hay que combinar estímulos visuales, táctiles y motores”, explica Bertrand.
Los creadores del proyecto han recibido ya varias propuestas de colaboración para nuevas aplicaciones de su “máquina para ser otro”. Entre ellas, su uso para la rehabilitación de personas que hayan sufrido un ictus y para el diagnóstico de la anorexia en niños. Pero el reto es, ahora, encontrar financiación. “De hecho –cuenta Bertrand– tuvimos que parar un tiempo porque todos necesitábamos trabajar y ahorrar dinero. Y los cuatro estamos en este momento de gira para recaudar apoyos”.

de elpais.com

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