Científicos del Instituto Neurológico de Montreal
(Canadá) han averiguado qué regiones del cerebro están implicadas en esa
sensación placentera asociada a la música. Y son las mismas que se activan con
la comida, la bebida o el sexo: el sistema de recompensa del cerebro, y en
especial el núcleo accumbes, una estructura del cerebro que forma parte de los
núcleos basales, implicados también en el movimiento.
Para llegar a esta conclusión los investigadores canadienses reclutaron a 19 voluntarios, los participantes tenían la posibilidad comprar con su propio dinero las melodías que más les gustaran utilizando una plataforma ficticia, similar a iTtunes. Con este método conseguían convertir la sensación placentera subjetiva que les producía escuchar la música nueva en un valor objetivo: el precio que estaban dispuestos a pagar por ella.
Mediante una resonancia magnética funcional los investigadores pudieron observar que cuanto más les gustaba a los participantes una melodía, más activo aparecía el núcleo accumbens y la probabilidad de que la compraran era mayor.
Los investigadores, liderados por Robert Zatorre, aclaran que esta estructura del sistema de recompensa del cerebro no es la que establece directamente el grado de placer que nos produce una melodía, sino que sirve de centro integrador. El valor subjetivo placentero que damos a una determinada música depende la combinación de sensaciones sensoriales y cognitivas que están influidas también por el estado afectivo.
.Las imágenes del cerebro de los voluntarios que estaban dispuestos a comprar una melodía dejaban ver claramente que cuanto mayor era el precio que pagaban por la música, más activa aparecía la conexión entre la corteza prefrontal y el núcleo accumbens. De lo que deducen que para establecer el pacer que nos causan estímulos estéticos, como la música, las zonas más evolucionadas del cerebro, como el lóbulo prefrontal, tienen un papel decisivo, ya que están implicadas en analizar lo que percibimos y asignarle un valor placentero.
Para llegar a esta conclusión los investigadores canadienses reclutaron a 19 voluntarios, los participantes tenían la posibilidad comprar con su propio dinero las melodías que más les gustaran utilizando una plataforma ficticia, similar a iTtunes. Con este método conseguían convertir la sensación placentera subjetiva que les producía escuchar la música nueva en un valor objetivo: el precio que estaban dispuestos a pagar por ella.
Mediante una resonancia magnética funcional los investigadores pudieron observar que cuanto más les gustaba a los participantes una melodía, más activo aparecía el núcleo accumbens y la probabilidad de que la compraran era mayor.
Los investigadores, liderados por Robert Zatorre, aclaran que esta estructura del sistema de recompensa del cerebro no es la que establece directamente el grado de placer que nos produce una melodía, sino que sirve de centro integrador. El valor subjetivo placentero que damos a una determinada música depende la combinación de sensaciones sensoriales y cognitivas que están influidas también por el estado afectivo.
.Las imágenes del cerebro de los voluntarios que estaban dispuestos a comprar una melodía dejaban ver claramente que cuanto mayor era el precio que pagaban por la música, más activa aparecía la conexión entre la corteza prefrontal y el núcleo accumbens. De lo que deducen que para establecer el pacer que nos causan estímulos estéticos, como la música, las zonas más evolucionadas del cerebro, como el lóbulo prefrontal, tienen un papel decisivo, ya que están implicadas en analizar lo que percibimos y asignarle un valor placentero.
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