lunes, 23 de febrero de 2015

Eres lo que ‘te gusta’

El comportamiento en Facebook permite a un ordenador hacer un perfil psicológico de sus usuarios más acertado que el de sus amigos o familiares, según un estudio.


Una máquina te conoce mejor que tus amigos y familiares. Esa es la principal conclusión de un estudio con miles de usuarios de la red social Facebook. Analizando sus me gusta, una máquina puede conocer la personalidad de un sujeto mejor que sus amigos y familiares. Los autores de la investigación creen que esto ayudará a la relación entre máquinas y humanos pero alertan de los peligros que puede suponer para lo más íntimo del ser humano, su forma de ser, pensar o sentir.
Investigadores del Psychometrics Centre de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y del departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) consiguieron que casi 90.000 usuarios de Facebook realizaran un test de personalidad de 100 preguntas. También tuvieron acceso a sus me gusta en la red social. Partían de la idea de que el comportamiento en las redes da pistas fiables sobre cómo es una persona. Crearon entonces un programa que, como si fuera un psicólogo digital, pudo detectar los principales rasgos psicológicos con unas decenas de me gusta.
En realidad, lo que querían saber es si las máquinas podían juzgar mejor a los humanos que los propios humanos. Para ello, lograron también que compañeros de trabajo, amigos y familiares dibujaran un perfil psicológico de los usuarios de Facebook estudiados, mediante un cuestionario estándar en psicología.
Con sólo 10 me gusta, el programa fue capaz de determinar la personalidad con mayor certeza que los juicios emitidos por un colega del trabajo. La máquina, además, afina su valoración a medida que tiene más información de lo que se hace en Facebook. Con sólo 70 me gusta, ya sabe más de uno que su compañero de piso y, con 150, más que una madre. Solo la pareja de cada participante rivalizó con la máquina. Pero, si disponía de 300 me gusta o más, el ordenador no tenía rival. Teniendo en cuenta que la media de me gusta de un usuario es de 227, en la mayoría de los casos los ordenadores juzgan mejor que los humanos.
Buscando validar sus primeros resultados, los investigadores obtuvieron una submuestra de más de 14.000 usuarios de Facebook que habían sido valorados no por un allegado si no al menos por dos. Pero aún con un perfil psicológico doble, la máquina volvió a superar a los humanos. Un fruto de su trabajo es una página donde cualquiera puede compartir sus me gusta y dejar que la máquina lo psicoanalice.

En una tercera medición, los investigadores quisieron saber si el ordenador podía predecir determinadas conductas propias como el consumo de drogas, la tendencia a la depresión o la orientación política. Tal y como publican en la revista científica PNAS, en 12 de las 13 conductas estudiadas, la máquina acertó más que los allegados.

"Los patrones que enlazan la amistad con los 'me gusta' podrían explotarse para predecir la personalidad de usuarios que no lo desean. Es decir, imaginemos que me gusta Snooki [personaje de unreality show estadounidense] pero no quiero que se usen mis datos. Si a la mayor parte de mis amigos también les gusta Snooki, quien tenga los datos de mis amigos puede deducir que soy una persona extrovertida sin tener mis me gusta", razona García.


De elpais.com

lunes, 16 de febrero de 2015

A un 5% de las personas la música no le dice nada

La música activa las mismas áreas del cerebro que la comida, el sexo o el dinero, y hay personas que disfrutan de todos estos placeres, pero no del musical.

Tratando de entender por qué nos gusta y cómo nos produce placer, un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) descubrió que, pese a considerarse un lenguaje universal, hay personas a las que la música no les dice nada. Los científicos habían realizado una encuesta a más de 1.500 personas para analizar en qué medida y por qué nos gusta la música. Así se dieron cuenta de que había un 5% de los participantes a los que la música no les producía ningún tipo de placer. “Decían que eran indiferentes ante la música, pero no ante otros estímulos como la comida o el sexo”, explica Josep Marco-Pallarés, investigador de la UB y autor principal del estudio. En un principio pensaron que podían tener amusia, un problema perceptivo con la música, pero decidieron hacer un segundo estudio para tratar de descartar esta opción y entender mejor a estas personas inmunes a la música.

Los resultados confirmaron que las personas que habían afirmado no sentir nada cuando escuchaban temas musicales que le resultaban agradables a la gran mayoría de la gente, tampoco experimentaban ninguna reacción física al oírlos. El estudio comprobó que estas personas no tenían ningún tipo de problema de salud que hubiese trastocado el sistema de recompensas del cerebro. En la prueba que ofrecía dinero como incentivo, su reacción fue normal y afirmaban disfrutar de la comida o el sexo.

“En este estudio hemos planteado que existe esta condición, que nunca se había descrito, en la que está disociada la recompensa ante la música y ante otro tipo de alicientes como el dinero”, señala Marco-Pallarés.

“Puede tener algo que ver con cómo se relaciona el sistema de recompensa en conexión con el oído”, plantea el también investigador, aunque añade que es interesante el hecho de que estas personas “reconocen cuál es la música que va a transmitir más emociones, aunque en ellos no se produzca el proceso de convertir el sonido en placer”

de esmateria.com

lunes, 9 de febrero de 2015

La música como acto reflejo

Investigadores prueban que la reacción física ante una melodía es independiente de la cultura de los oyentes


En plena selva congoleña  una tribu de pigmeos escuchan a Wagner por primera vez. A más de 10.000 kilómetros de allí, en Montreal, un grupo de canadienses hace lo mismo. Solo que lo que ellos escuchan son los cánticos de la tribu para vencer el miedo en la caza, levantar el ánimo de un pesar u honrar a un muerto.

Tal es el experimento que han presentado en la plataforma de divulgación científica Frontiers investigadores de la Universidad McGill de Montreal y de la Universidad Technische de Berlín. La conclusión, para uno de sus responsables, el investigador y psicólogo musical Hauke Egermann (Brake, Alemania, 1981) es toda una sorpresa: “Las respuestas biológicas de ambos grupos fueron muy similares. Aunque la hipótesis de partida era que el efecto de la música podría ser universal, no me esperaba que entre dos culturas con tanta brecha la confirmáramos”, explica Egermann.

Para encontrar esta esencia común a todo ser humano, Egermann y el resto de científicos emplearon tres tipos de medidas bajo un mismo punto de partida: la medida de percepción musical, la medida puramente biológica, y por último, las expresiones faciales, los pequeños y grandes cambios que expresan pesar o alegría y se comprobó que estas dos comunidades se hermanaban en su respuesta.
Pero donde sí mediaba un abismo era en la interpretación subjetiva y, por tanto, filtrada por lo cultural, de cada grupo. Todos los fragmentos de música occidental escuchados por los pigmeos fueron valorados sin excepción como negativos desde un punto de vista emocional. 

“Para los pigmeos, el significado de la música solo puede ser positivo. Todas sus canciones son para animar un estado anímico negativo. Para que el que está triste se alegre, para que el cazador aterrado gane valor… No conciben, como los occidentales, que se dedique la música a transmitir emociones negativas”, abunda Egermann. Con los canadienses que escuchaban los cánticos pigmeos ocurrió otra falta de comunicación de distinto orden: “La música en general les gustaba, pero no entendían su significado ritual. No captaban la información que intentan sugerir sus canciones. No interpretaban el significado que intentaban evocar los himnos”.


de elpais.com

lunes, 2 de febrero de 2015

por qué nos gusta la música triste

La tristeza es una emoción que por lo general tratamos de evitar.Entonces, ¿por qué elegimos a escuchar música triste?
Pero ¿qué pasa si, a pesar de su aparente similitud, la tristeza en el ámbito de la apreciación artística no es lo mismo que la tristeza en la vida cotidiana?
En un estudio publicado este verano en la revista Frontiers in Psicología, mis colegas y yo exploramos la idea de que "la emoción musical" abarca tanto el filtro emoción que la música provoca en el oyente y la percepción de la emoción que los jueces de escucha de la música para expresar. Al aislar estos dos conjuntos superpuestos de las emociones y la observación de cómo se relacionan entre sí, teníamos la esperanza de obtener una mejor comprensión de la música triste.
Una respuesta a los resultados del estudio podría ser que en la vida cotidiana  normalmente experimentamos emociones que tienen una conexión directa con la situación que da lugar a ellas. Pero cuando escuchamos música triste (o vemos una película triste, o leemos una novela triste),  se inoculan de cualquier amenaza real o peligro que representa.
Si esto es cierto, lo que experimentamos cuando escuchamos música triste  podrían ser considerado como "emociones vicarias." Es decir, no hay ningún objeto o situación que provoca la emoción directamente, como en la vida normal, las emociones vicarias están libres de lo desagradable esencial en lo original.
Se necesita estudiar más las emociones vicarias. Al hacerlo, es posible que podamos  mejorar nuestra comprensión de un rasgo poco cuidado de nuestro sistema emocional - es decir, su sensibilidad a algo distinto de las necesidades o amenazas palpables. Cuando lloramos ante la belleza de la música triste, experimentamos un aspecto profundo de nuestro ser emocional que puede contener ideas sobre el significado y la importancia de la experiencia artística - y también sobre nosotros mismos como seres humanos.

de elpais.com